La responsabilidad de educar

Es urgente que como guía, padre, se tome consciencia de las repercusiones que se están generando por la irresponsabilidad de educar

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Ser padre hoy en día, no necesariamente significa ser aquel que procreó a un ser humano. Encontramos a abuelos, tíos, hermanos y hasta primos que desempeñan este papel sin cumplir el requisito de engendrar. El objetivo de un padre en una generalidad es cuidar, formar, instruir, educar a aquel ser humano que está en crecimiento.

Y si partimos de esta postura, ¿qué están haciendo los padres que guían a los menores de edad a participar en actos delictivos? En estos días, la CNDH se ha pronunciado en relación a la participación de menores de edad en el robo de combustible. Se comprende que las ideologías políticas, los intereses personales, el descontento económico, puedan orillar a la rebeldía ciudadana, pero caer en la ilegalidad y en la violación de los derechos humanos a los que es acreedor un menor de edad por parte de sus propios padres, es inconcebible.

A nivel nacional e internacional está reconocido que los niños y adolescentes tienen derecho a una educación que los prepare para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, etcétera. No obstante, la educación que están recibiendo estos menores de edad, transgrede en lo absoluto estos lineamientos que reconocen y protegen a los niños. Esta situación por sí misma es grave, pero lo increíble es la irresponsabilidad de los padres con la que están educando a los futuros ciudadanos.

De alguna u otra manera, los seres humanos somos formados para atender reglas y limitar nuestras acciones para una sana convivencia. La irresponsabilidad de no hacerlo nos conduce a un ambiente de descontento, continuo conflicto, violencia, y que claro, produce insatisfacción social. Los menores de edad que están siendo instruidos para evadir responsabilidades, encontrar "caminos fáciles", evadir impuestos, aprovecharse de situaciones ventajosas sin prudencia de la justicia de sus actos, etcétera, serán futuros ciudadanos que no tendrán el hábito del diálogo para llegar a un acuerdo, serán ciudadanos que impongan y busquen su propio beneficio sin importar su contexto, y con estos ciudadanos será con los que todos tendremos que convivir. Situación en la que ya estamos inmersos.

Es urgente que como guía, padre, se tome consciencia de las repercusiones que se están generando por la irresponsabilidad de educar. Los seres humanos necesitamos directrices que guíen nuestro actuar, que se inculquen hábitos de respeto, de reflexión y de consciencia. No es suficiente la explicación de: "es el negocio familiar", porque ese negocio impacta a toda la comunidad, por tanto, no justifica los actos ilícitos a los que se induce y acostumbra al hijo para enfrentar su realidad social.

Para generar personas responsables, es necesario que los que están formando a los menores de edad, y como se ha mencionado en líneas anteriores, todos debemos ser responsables y hacernos responsables de aquellos que están a nuestro cargo y de nuestro entorno.

Inculcar en las personas el diálogo, la empatía, la prudencia, el respeto al estado de derecho y por supuesto la solidaridad son algunos remedios que aliviarían el ánimo arrogante, egoísta e irresponsable con el que suelen actuar hoy en día.

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