Primero, la triste declaración del Contralor General de la Ciudad de México, Eduardo Rovelo Pico, en relación a que la corrupción en nuestro país no se puede acabar, sólo mantenerla a "niveles tolerables", entonces esto quiere decir que cuando él mismo y su equipo realizan la comprobación de la cuenta pública del año inmediato anterior, ¿dicha comprobación se realiza bajo "niveles tolerables?, en términos económicos, ¿cuánto es lo tolerable para el robo del erario? ¿Quién define esos niveles? Porque en el caso del exgobernador Javier Duarte esa tolerancia ascendió a más de cientos de millones de pesos, ¿debemos creer que se sobrepasó?

Ahora el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, parte del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) como órgano superior del Sistema Nacional de Seguridad Pública y el gobernador de Puebla Antonio Gali Fayad, palabras más, palabras menos, declaran que el Nuevo Sistema Penal que tanto dinero, recursos y tiempo ha costado a nuestro país: no sirve, así de simple, como si su funcionamiento les fuera ajeno, como si no formara parte de sus facultades hacer que éste funcione, así sea la parte que les corresponde, distinta a la del Poder Judicial.

En Puebla, si no sirvió la obra, tirémosla, no importa lo que haya costado, esto y lo anterior desde luego no es "ejercicio indebido de servicio público", desde luego que tampoco es "ejercicio abusivo de funciones"; sólo son pequeños errores que cometen nuestros servidores públicos, total están aprendiendo de sus errores, no seamos inhumanos y los juzguemos mal, ni siquiera juzguemos pues, porque no existe el juicio, en nuestro país para los servidores públicos, al menos que sobrepasemos "los niveles tolerables".

Por último la flamante declaración del Poder Ejecutivo a través de su secretario de Gobernación: "México no es un país inseguro", "sólo atravesamos un momento complicado". Es más fácil negar la verdad que tomarse la molestia de enfrentarla. Esta declaración niega todos los indicadores y estadísticas que al respecto se han hecho. Aunque sabemos que el servicio público no es fácil y que este complicado problema no se acabará con guerra, ni con leyes, que requiere de ayuda y negociación internacional y nacional, de conciencia y gran campaña, de ayuda por parte del sector educativo y de salud pública, negarlo solamente desde luego no es el camino.

La tendencia en nuestro país de querer resolver todo con la negación o con leyes, es impresionante, aunque después no las entendamos y tengamos más problemas con su instauración de los que teníamos antes de que se promulgaran.

*Profesora de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey