El ilusorio bienestar económico de los hogares

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Emmanuel SHERWELL


Junio 30, 2017

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), México vive una grave problemática en términos del bienestar económico de los hogares. Ha señalado que la línea de pobreza mensual por hogar tiene un valor de 11 mil 291 pesos en 2017, mientras que el salario mínimo vigente es de 2 mil 401 pesos al mes, eso quiere decir que habría que aumentar 4.7 veces el salario mínimo para cumplir lo estipulado en el Artículo 123 de la Constitución en materia de pobreza.

Indicó que los organismos internacionales "son menos exigentes", pero para el Banco Mundial la canasta básica, para considerar a un hogar pobre en México, es de 4 mil 322 pesos con 70 centavos al mes, y la cifra de la CEPAL es de 9 mil 172 pesos con 30 centavos mensuales. En otro orden de ideas, hoy se requieren casi 5 salarios mínimos para adquirir la canasta básica.

La canasta básica es un conjunto de bienes y servicios indispensables para que una familia pueda satisfacer sus necesidades básicas de consumo a partir de su ingreso. La canasta básica mexicana contempla alrededor de 80 artículos, entre los cuales encontramos productos para la despensa y servicios (como transporte).

Es necesario que el salario mínimo tenga un incremento progresivo año con año, de lo contrario no tendrá ningún efecto los esporádicos aumentos, y aun más cuando se sigue incrementando la carga fiscal de las personas físicas o el incremento de los bienes y servicios que consumen las familias.

La política económica de nuestro país está perdiendo su dimensión social moral, no es útil a este fin, la reforma energética aún no traduce sus bondades, traiciona su función de instrumento para el crecimiento integral del hombre y de la sociedad mexicana, de la calidad humana y de la vida. Es increíble pensar que por un lado aumenta un poco el salario mínimo, que no es suficiente, que no alcanza, y meses después sube la gasolina, lo que ha llevado a una espiral inflacionaria y la anulación de cualquier efecto del aumento salarial.

Debemos seguir expresando nuestro descontento con la situación actual del país, los precios de los productos básicos siguen subiendo, la corrupción de los políticos, los robos al erario, los bonos y aguinaldos millonarios de muchos de ellos, los sueldazos de altos y medianos funcionarios. El discurso altamente demagógico y populista de muchos, mientras más de 36 millones de personas, tienen ingresos menores a lo que la Constitución señala que debería ser el salario mínimo.

Ante este escenario, nuestro llamado enérgico al gobierno, no es aceptable un crecimiento económico con menoscabo de los seres humanos y de grupos sociales. E igualmente, a la industria, el comercio y los servicios, a conducirse humanamente y que no repercutan en los precios de los bienes y servicios que consumen las familias.

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