Periodismo con causa

Lobos con piel de oveja

Los antitaurinos se anotaron un triunfo importante: cerraron Cinco Villas. Una plaza que le dio autenticidad y categoría a la tauromaquia

La vecindad Podcast

Memorias del Crimen

Los antitaurinos se anotaron un triunfo importante: cerraron Cinco Villas. Una plaza de toros que le dio autenticidad y categoría a la tauromaquia.

Por supuesto que esos enemigos de la fiesta lo festejarán en privado, donde nadie los vea celebrar el éxito. En público pondrán cara de tristeza, hasta dirán que lo lamentan, pero la realidad es que se sienten victoriosos.

Cinco Villas es una plaza que les molesta, la sienten como una piedra en el zapato. El objetivo primordial del empresario no era ganar dinero, con evidente romanticismo y amor a la tauromaquia, prefería organizar festejos con categoría, integridad, dignidad taurina. La fiesta de los toros pierde muchísimo con el cierre de esa plaza.

Lo común es que en este país la mayoría de los festejos taurinos se realicen mermados, sin cumplir con el reglamento usando todas las triquiñuelas posibles. Casi en todos los cosos echan gato por liebre.

Así es el sistema, el engranaje taurino. Los que dirigen la fiesta, por sistema, se oponen a hacer las cosas bien, los motivos serán múltiples: trincarse una lana, exponer menos el físico, quizá también la satisfacción de pasarse los reglamentos por al arco del triunfo.

No sólo es la tauromaquia, es todo el país en todos los ámbitos, predomina la corrupción, la impunidad.

Presidentes de la República, gobernadores, funcionarios, altos mandos de la policía, jefes de tránsito, tienen que adaptarse al sistema de corrupción, no importa que tengan buenas o malas intenciones, el sistema los absorbe, de otra forma no encajan como funcionarios. Consecuentemente terminan adaptándose a la maquinaria; a la buena o a la mala, por su voluntad o amenazados. Al final el resultado es el mismo.

El espectáculo taurino no funciona diferente, existe un grupo conocido como tauromafia, los componentes son quienes dominan. Es más sencillo incorporarse al sistema que pelear contra él.

Ocasionalmente surgen empresarios que sorprenden porque echan toros bien presentados, como son esporádicos no hacen demasiada mella en el sistema.

Sin embargo, hace unos cinco años surgió Cinco Villas, una plaza en el Estado de México que realizó novilladas, no parodias. Todo por encima del estándar nacional.

La entrada a la plaza se hacía con un boleto que no costaba dinero, el pago consistía en donar tres kilos de ayuda: arroz, frijol, lenteja, azúcar, etc. Lo que se reunía, bien podría quedárselo el empresario Luis Marco Sirvent o su esposa Lucero Domínguez; no obstante, preferían donarlo a una casa hogar.

Cinco Villas es lugar bello, con sabor y aroma a recinto taurino, tiene amplios jardines con esculturas taurinas, una calesa que pasea chavales, baños limpios; un cojín gratuito al entrar al tendido, también un cuadernillo sin publicidad que contiene datos de los toreros actuantes, ganaderías y un texto con un extracto del reglamento taurino.

Sin vendedores en el tendido, ni publicidad pintada, amenizaba una buena banda de música que no tocaba durante la faena de muleta, el público se comportaba a la altura.

Anunciaban novilladas y justo eso ofrecían a la afición, novillos bien presentados, no de ganaderías comerciales porque los propietarios no se los querían vender al empresario. Considero que por dos motivos. Uno, porque el señor Sirvent no es parte del engranaje; dos, porque las novilladas las venden para corridas de toros que lidian las figuras mexicanas y extranjeras.

Cinco Villas no abusaba de los novilleros, no les cobraban por torear, hasta les daban un dinero, los trataban con respeto… como toreros; no como chicos a los que se puede estafar destruyendo sus ilusiones.

Cuando sistemáticamente un empresario enfrenta al sistema, se convierte en alguien incómodo, en enemigo de la tauromafia. Hay que eliminarlo como se pueda, aun aplicándole argumentos risibles como leyes que nadie cumple.

Nunca, que yo recuerde, ha salido algún integrante de las agrupaciones de toreros, ganaderos o empresarios para impedir que se cometan fraudes o denunciar estafas que ponen por los suelos la autenticidad de la tauromaquia, los reglamentos y los estatutos son violados y todos se quedan callados. Aunque las leyes no se cumplan es bueno conservarlas porque pueden aplicarse a los empresarios incómodos.

Evidentemente hay que hacerlo de forma elegante, dentro de la ley, de la moralidad, argüir que es por el bien de la fiesta. ¡Cuidado! Que nadie sospeche que lo echan lobos con piel de oveja.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa.