Más allá del TLCAN. La nueva oportunidad para México de ampliar sus relaciones comerciales

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Tomás Milton MUÑOZ


Julio 30, 2017

El futuro comercial de México se empezará a redefinir a partir del próximo 16 de agosto cuando inicie en Washington la primera de las siete sesiones tripartitas que se sostendrán para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y lo paradójico del hecho es que nuestro país también tendrá de nueva cuenta la oportunidad de ampliar sus horizontes si materializa una serie de acercamientos con otros bloques regionales interesados en recuperar la bandera del libre mercado que Donald Trump desechó al iniciar su presidencia en enero de 2017.

Antes de la entrada en vigor del TLCAN, el principal mercado para las exportaciones mexicanas era Estados Unidos, situación que se consolidó tras la firma del acuerdo, en el que también participa Canadá, debido entre otras razones a que la Unión Americana es el principal mercado consumidor del mundo, a la contigüidad geográfica y a la "comodidad" que representó para los empresarios mexicanos colocar sus productos en el vecino país del norte, sin aprovechar la red de tratados que se fue construyendo en los últimos 23 años y que incluye los acuerdos con la Unión Europea (UE) de 2000, y Japón de 2005.

México tiene vigentes 12 tratados de libre comercio con 46 países, 32 acuerdos para la promoción y protección recíproca de inversiones con 33 Estados y nueve acuerdos de alcance limitado, lo que convierte a nuestro país en uno de los más abiertos en el mundo, sólo por detrás de Chile, pero de poco han servido ante la dependencia con Estados Unidos, a donde se dirige más del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas.

Poner todos los huevos en la canasta o tener un solo cliente para comerciar siempre implica riesgos, sobre todo si con quien se negocia es un personaje que se ha declarado enemigo del libre mercado, aunque se aprovecha de él, y tiende a ser tan voluble como Trump.

En casi un cuarto de siglo, la planta productiva exportadora desaprovechó la oportunidad de diversificar los destinos y las consecuencias inmediatas son la gran vulnerabilidad que se tiene frente a las crisis económicas afrontadas por Estados Unidos y, ahora, la incertidumbre ante las posiciones ambivalentes del gobierno de Trump.

Por lo anterior, a partir de agosto próximo México tendrá otra vez la opción de ampliar los destinos para sus productos, independientemente de que las autoridades deberán de alcanzar una renegociación satisfactoria para los intereses nacionales con sus contrapartes de Estados Unidos y Canadá. Pero para lograrlo se requiere de al menos tres elementos fundamentales: 1) tener mayor innovación para generar más y mejores bienes y servicios de exportación, pues en la actualidad son 20 artículos de manufactura los que concentran la mayoría de las exportaciones; 2) lograr el compromiso de los empresarios mexicanos para salir de su estado de confort y exportar a otros destinos; y 3) aprovechar la incertidumbre en el mundo generada por Trump con el fin de alcanzar acercamientos estratégicos con otros bloques regionales y países.

Con la UE ya se está renegociando el acuerdo vigente y existen posibilidades de tener mejores condiciones para acceder al mercado agrícola europeo, por su parte los representantes del bloque unionista pretenden tener mayor participación en el sector energético mexicano y ampliar la denominación de origen de decenas de productos. Otra área de oportunidad es la Alianza del Pacífico (AP), mecanismos en el que México participa como miembro pleno junto a Colombia, Chile y Perú y en el que se intenta explorar otros nichos de mercado, entre ellos el turístico y el financiero.

De igual forma, el Mercado Común del Sur (Mercosur), del que México es miembro observador, busca a través de Brasil y de Argentina tener negociaciones con la AP para firmar acuerdos a nivel regional o bilateral que impulsen el alicaído comercio intrarregional sudamericano.

De igual forma, el hueco dejado por Trump al anunciar la salida de su país del que sería el tratado comercial más amplio del mundo, el denominado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), significa una veta para explorar, porque a pesar del retiro estadounidense, México podría colocar productos en alguno o varios de los otros diez países (sin contar a EU ni a Canadá) que signaron el acuerdo.

En síntesis, el Estado mexicano tiene este año la oportunidad de fijar las bases para alcanzar de forma paulatina una menor dependencia comercial frente Estados Unidos o, de lo contrario, se condenará a seguir padeciendo durante el siguiente cuarto de siglo las polaridades políticas y económicas de un solo socio.

Además, es el momento para la autocrítica y de aceptar que el modelo de libre mercado en México no cumplió con las promesas de que terminaría con la pobreza, generaría oportunidades de desarrollo para toda la población y evitaría la emigración masiva de connacionales hacia Estados Unidos, pues sólo así se podrán implementar políticas incluyentes que superen la simple lógica de vender más en el exterior a costa de los bajos salarios de los trabajadores.

 

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM

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