Lo que implica ser un estudiante

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Las reformas realizadas a los métodos de enseñanza, la innovación pedagógica y las estrategias para el incremento cultural pueden llegar a ser nulas, si no se hace consciencia en los estudiantes del por qué están en un aula de clases.

Es imprescindible hacer notar una vez más, que las acciones realizadas y las decisiones tomadas deben estar basadas en un criterio racional, lo cual implica analizar ventajas, desventajas, beneficios y perjuicios que se podrían generar con estas. Por tanto, estudiar debe ser una intención, un deseo de aprender, lo cual producirá la convicción y motivación para investigar, preguntar y cuestionar temas que sean de interés.

Estudiar no debe verse como una obligación, no debe incentivarse a través de la obtención de un certificado, un título o una boleta de calificaciones; el estudio debe partir de la añoranza de cultivarse y estimular ese eje central del ser humano que es el raciocinio.

El sistema educativo actual si bien no es perfecto, es suficiente para abrir las puertas al conocimiento. Los alumnos bien podrían cubrir aquellas deficiencias que pudiera tener éste con su autoestudio o investigación independiente de los conocimientos faltantes. No hay necesidad de permanecer en un aula de clases, en una biblioteca o una sala de estudios para disponerse a leer, para instruirse en cosas novedosas, experimentar con crear o innovar procesos o artefactos, apreciar el entorno y aprender de la experiencia del día a día; lo importante no es el lugar sino la acción, y la acción como lo he mencionado deviene del deseo de aprender, crear, innovar, reinventar o simplemente crecer culturalmente.

Se aproximan las fechas para reiniciar un ciclo escolar, un semestre o cuatrimestre y para ello, tú como estudiante debes fijar las metas, identificar qué conocimientos esperas obtener, saber para qué quieres esos conocimientos y descubrir el método por el cual los obtendrás; lo anterior es parte del "aprender a aprender" del que tanto se habla en la radio.

No es suficiente con llegar al salón de clases y sentarse a escuchar la cátedra del profesor, realizar las tareas con el mínimo esfuerzo de investigación para cumplir con los parámetros requeridos o simplemente cumplir con las asistencias; es necesario que la convicción de estudiar se materialice con ese apetito de conocer y aprender, con las investigaciones profundas de los temas impartidos, para así poder interrogar y cuestionar, es decir, despertar ese pensamiento crítico y analítico del que parten las grandes investigaciones.

Nuestro sistema educativo puede llegar a ser el mejor si los estudiantes materializan lo que ello representa, estudiar. Y, estudiar por voluntad, pues esto implica de acuerdo a Aristóteles el compromiso con uno mismo de emitir actos encaminados a lo que se desea, y sólo los actos voluntarios son dignos de apreciarse como calificativos de la personalidad. Por tanto, llamarse estudiante desde una acepción ética representa en esencia desear, tener convicción fundada, realizar acciones que den sentido voluntario al descubrimiento y aprendizaje de los conocimientos; por lo que esto mismo te hace un ente con capacidad de responder, en otras palabras, te convierte en un ser responsable.

Es un excelente momento para autoevaluarse y descubrir si realmente puedes ser llamado estudiante, y si no, ahora sabes por dónde comenzar.

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