Responsabilidad social de los universitarios

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Piensa en alguna organización que esté generando un impacto positivo en la sociedad, ¿alguna de ellas es una institución de educación superior?

Idealmente, así debería de ser; Robert Maynard Hutchins, filósofo de la educación, postuló que "la Universidad es el espacio recogido para meditar los problemas intelectuales del mundo". Toda comunidad, toda sociedad tiene la necesidad de acrecentar el conocimiento, de pensar y solucionar la problemática que la aqueja. En miras a que estas soluciones surjan de las universidades, desde inicios de los años 2000 se ha impulsado en Latinoamérica el concepto de Responsabilidad Social Universitaria (RSU), incorporando el esquema de una organización que se hace responsable del impacto que tiene hacia la sociedad que le circunda y el medio ambiente.

Incluso en el ámbito empresarial, han surgido nuevos modelos de negocios, como los basados en la teoría de los stakeholders (grupos de interés), que han considerado que los viejos modelos, alejados de la ética, ciegos al impacto que tienen en el entorno, son obsoletos. Estos nuevos modelos promueven la idea de tener un negocio exitoso y ético, al mismo tiempo, generando un valor. Cualquier organización debe ser miembro integral de una comunidad, con un propósito de desarrollo determinado en pro de sí misma y de la sociedad, también las universidades.

Para las universidades, estos grupos de interés incluyen, hacia el interior de la misma, a los alumnos, a los padres de familia, empleados, docentes, investigadores, accionistas, hasta los directivos. Hacia afuera, los grupos de interés son muchos más, los clientes, los proveedores de servicios, el lugar en el que está la institución, el medio ambiente, las instituciones públicas, los representantes del gobierno, etcétera.

Uno de los objetivos de la Responsabilidad Social Universitaria es fomentar que las instituciones de educación superior se comprometan con estos grupos de interés, con su territorio, con su comunidad, fortalezcan las redes sociales ya existentes, creen nuevas redes en miras a un desarrollo a largo plazo. No podemos limitar las acciones de las universidades al asistencialismo inmediato, a iniciativas solidarias aisladas, que se limitan a solucionar una situación de crisis, sino a un desarrollo social sostenible en el tiempo y que pueda ser medible. No se trata de dar apoyos, sino de crear fuentes de desarrollo.

También, las universidades deben responsabilizarse del impacto negativo que podrían estar teniendo en el entorno social y ambiental, por ejemplo, el tráfico que generan por el flujo de alumnos y miembros de la misma, la basura que están produciendo, el agua que gastan, etc. Minimizar el impacto negativo también es parte de la responsabilidad social.

Dentro de las actividades de la universidad, los proyectos sociales solidarios deben colocarse al centro del proceso educativo, el diseño de experiencias de aprendizaje debe girar en torno a ellos, para que los alumnos aprendan al tiempo que proponen e implementan acciones que benefician a la sociedad.

Para que estos proyectos sociales sean acordes a las necesidades del entorno, es necesaria una comunicación constante con la población donde la universidad se asienta, con la sociedad civil, para diseñar objetivos precisos de vinculación, de responsabilidad y compromiso mutuo, porque es la misma sociedad civil, en vinculación con las instituciones, la que logrará el cambio de la educación universitaria tradicional a la educación universitaria con responsabilidad social.

Las universidades deben ser evaluadas, no por el cúmulo de conocimientos que imparten o desarrollan, sino por la calidad social de la labor y el impacto y la transformación social que generan.

 

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*Profesora de Cátedra del Tecnológico de Monterrey.

Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey

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