Desdén de diputados

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Ángel SORIANO


Agosto 18, 2017

Una invitación en tiempo y forma de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca y siete organizaciones periodísticas de las 8 regiones de la entidad, para conocer el estado que guardan las iniciativas presentadas al Congreso local para formar una Ley Estatal de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación, fue desdeñada por diputados de la 62 Legislatura, lo cual da fe del divorcio entre el poder público, la sociedad y sus representantes.

Es obvio que los diputados no se mandan solos y que recibieron instrucciones precisas -el que paga manda- de no acudir a la reunión, como un claro mensaje de que el poder público no tolera la creciente crítica a la falta de resultados de la administración pública estatal, que a ocho meses de entrar en funciones mantiene el mismo estado de cosas, o peor, que como lo dejaron los exgobernadores Ulises Ruiz y Gabino Cué, considerados los peores mandatarios en la historia contemporánea de la entidad.

Y la intolerancia hacia los señalamientos se basa a la presencia de funcionarios que no conocen la realidad de Oaxaca, porque no son oriundos del estado, porque si bien tienen amplias credenciales académicas, carecen de vocación social y no los ata ningún sentimiento hacia el terruño, pues sus intereses están fuera del estado y siempre se la pasan en actos políticos del PRI, "en la grilla" en busca de posiciones más rentables pues las arcas públicas -cuando menos eso dicen- están vacías.

Lamentable actitud de los diputados que rehúyen –porque así se los ordenaron- el diálogo y la civilidad política para encontrar soluciones a los problemas sociales que enfrenta la entidad; pero sabemos que no es cuestión personal o de partido, sino porque lamentablemente obedecen instrucciones ajenas a sus representados y sólo cumplen un papel de títeres del sistema.

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 Un nuevo atentado terrorista en Las Ramblas -otro vehículo arroyó a paseantes- en Barcelona, se une a hechos similares ocurridas en otras partes del mundo como demostración de que las cosas no marchan bien en la conducción de los destinos de la humanidad, pese a los adelantos tecnológicos y de la medicina; falla, tal vez, la política o la religión

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