La importancia del 35 Aniversario Antorcha en la Sierra Nororiental

En la década de los 70 y principios de los 80, la vida de los pobres en la Sierra Nororiental era humillante

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Mucha gente sabe que en la década de los 70 y principios de los 80, la vida de los pobres en la Sierra Nororiental era humillante, sobre todo para los grupos indígenas, resultado de la explotación y sometimiento de los grupos de caciques que se instalaron en cada lugar. Los pueblos náhuatl y totonacos no fueron más sometidos sino cuando llegó, de otros pueblos urbanizados, gente mestiza que, con la ingenuidad y total falta de instrucción que encontraron en los pueblos indígenas, halló terreno abonado para hacer realidad todas sus ambiciones, y así fue como se concentraron las tierras en la mayoría de los pueblos de la Sierra Nororiental de Puebla, en donde antes la gente sembraba su maíz y frijol para el autoconsumo.

Es común que los abuelos recuerden los trapiches en donde preparaban el aguardiente que se distribuía en toda la Sierra Norte, alcohol que sirvió para emborrachar a los campesinos pobres, para inventarles deudas y despojarlos de sus tierras. Las jornadas de trabajo iban de las cuatro de la mañana hasta que oscurecía, y las niñas y niños de apenas siete u ocho años también desempeñaban trabajos pesados, como echar las tortillas a mano y llevarlas a vender teniendo que caminar para ello varios kilómetros. Fue tal la explotación que, a cambio de toda la jornada, sólo recibían una medida de maíz, que no alcanzaba para alimentar bien a toda la familia, pues sólo les tocaba de dos o tres tortillas por persona.

En estas condiciones, ni hablar de si existían escuelas, clínicas o servicios básicos; tampoco había caminos para los vehículos, lo que hacía prácticamente imposible el acceso a los pueblos, pues eran horas y horas de viaje a pie por los caminos reales, como entonces se les conocía. Todo tipo de delitos se podían cometer contra los pobres en estas condiciones, sin el temor a recibir castigo por ello, pues las autoridades judiciales tienen su sede en las cabeceras de distrito y para ello son necesarias largas jornadas de camino.

No hay que batallar mucho para probar esto. Basta con charlar un rato con los abuelos de cada pueblo, quienes describen con tristeza lo que pasaron en su niñez y en los mejores años de su vida: explotación e injusticia, que nadie podrá borrar, pues es parte de la historia de cada pueblo.

¿Quién denunció las injusticias ocurridas en los pueblos de la Sierra Nororiental? ¿Quiénes llevaron la luz a estos pueblos, como lo hiciera Prometeo llevándoles a los mortales el fuego que significó el conocimiento y cultivo de las artes? ¿Cómo y a partir de cuándo empezó a cambiar un poco la vida de estos pueblos? La respuesta es: Antorcha; es decir, cuando la gente pobre se organizó.

Ésta es la importancia de nuestro 35 aniversario como movimiento social en la Sierra Nororiental, porque todos los pueblos (algunos de manera directa y otros de manera indirecta) han sido beneficiados con los resultados de nuestra lucha, que se debe a la guía y orientación de varios líderes que comparten los ideales de un gran revolucionario, defensor de los intereses de la gente pobre, de la gente trabajadora, el Maestro Aquiles Córdova Morán.

En cada rincón de nuestra región donde se formó Antorcha podemos encontrar muchas pruebas de lo que se ha hecho en favor de los más necesitados: caminos, escuelas, clínicas, pavimentaciones, viviendas, agua potable, drenajes y muchos otros beneficios. Fue a partir de que se formó Antorcha como se empezaron a introducir los servicios que necesitaban los pueblos marginados, pues gracias a la educación política que traía consigo la organización, muy pronto la gente entendió que tenía derecho a una mejor vida y los más valientes se decidieron a luchar en Huitzilan de Serdán, Olintla, Tuzamapan, Xochitlán de Vicente Suárez, Cuetzalan, Zacapoaxtla y muchos otros pueblos. Desde luego, nunca ha sido una tarea fácil; como era de esperarse inmediatamente se echó andar una campaña de desprestigio contra Antorcha, instrumentada por el cacicazgo regional, tratando de frenar a toda costa el crecimiento de nuestra organización. El intento resultó fallido, pues crecimos y crecimos hasta los 50 mil que ahora celebraremos 35 años de lucha.

Todos los municipios de la región tienen alguna obra de Antorcha y si alguno no la tuviera no ha sido por discriminación o por falta de gestión, sino porque los gobiernos municipales ponen trabas y rechazan los recursos por su falta de visión y compromiso con la gente necesitada. Lo que sí es un hecho es que se han logrado obras por nuestros diputados antorchistas para todos los municipios. Y lo más importante es que cada logro de nuestro movimiento inevitablemente tiene sus efectos positivos en toda la región, sean o no pueblos antorchistas, pues aquí se cumple la ley de la concatenación universal de fenómenos, porque cada logro de los antorchistas beneficia a la gente en general y se vuelve parte del desarrollo de toda la región; además, porque la presencia de Antorcha influye para que los gobernantes de cada lugar la piensen dos veces antes de reprimir al pueblo en beneficio de los cacicazgos. Así influye Antorcha para bien en muchos pueblos. La gente sabe que puede acudir a nuestra organización para la solución de cualquier problema que padezca en sus pueblos. 

Una prueba palpable y contundente del beneficio que representa Antorcha para toda la región es, sin duda, la fundación del CBTA 168 en la ciudad de Zacapoaxtla en 1982. En ese entonces sólo había dos internados de nivel primaria, en Zongozotla y Comaltepec, y nada más; si cursar la primaria era difícil, estudiar el nivel medio superior era cosa que ni siquiera se soñaba. Gracias a esta lucha, cientos de jóvenes de diversos municipios de la Sierra Nororiental y de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala e Hidalgo, estudiaron en el CBTA, porque la institución fue creada para educar a los hijos de la gente humilde. Es digno de mencionar la alta calidad académica que se puso a disposición de los pobres y que ahora la coloca como una de las mejores instituciones del país en este nivel. La enseñanza de las artes ha sido fundamental, pues gracias a ello casi todos los pueblos han disfrutado de grandes eventos culturales, pues el CBTA se ha encargado también de llevar el arte a varios municipios. La educación que han recibido los estudiantes ha sido integral, y han aprendido a luchar para conquistar los beneficios que merecen los pobres. Con todo esto, cientos de jóvenes a quienes de facto les era negada la educación, se abrieron paso para las universidades, y ahora podemos afirmar en este 35 aniversario que no hay municipio en la Sierra Nororiental en el que no se encuentren personas que estudiaron en el CBTs. Si le sumamos a esto las gestiones para lograr claves de escuelas de todos los niveles y la gran cantidad de aulas que con la lucha hemos construido, la cantidad de beneficiados por la lucha educativa de nuestra organización todavía es mayor.

A nombre de los antorchistas de la Sierra Nororiental expresamos nuestro amplio reconocimiento a Aquiles Córdova Morán, secretario general y fundador del Movimiento Antorchista Nacional, por enseñarnos a luchar y llevarnos por buen camino, por traernos a los pobres la cultura, la luz que tanto hacía falta. Su labor en este país es muy necesaria para los pobres. También nuestro reconocimiento a todos los compañeros de esta región, del estado y del país, pues somos uno solo en esta lucha. Y gracias, sobre todo, por sacar del atraso a Huitzilan de Serdán, uno de los pueblos emblemáticos de nuestra organización y que es otro de los grandes méritos de los antorchistas: levantarlo y llevarlo a ser un pueblo modelo de desarrollo, después de estar prácticamente en ruinas.

¡Hay mucho que celebrar! Felicidades compañeros antorchistas, porque con su trabajo y su lucha, una nueva vida comenzó. Los esperamos con mucho gusto el 10 de septiembre al evento del 35 aniversario. Que nadie falte.

 

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