Horizontes

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Tere MORA GUILLÉN


Septiembre 11, 2017

Una vez más la solidaridad se ha vuelto presente entre los mexicanos y los hombres de buena voluntad de nuestro planeta. Y es que el ser humano en diversas ocasiones ha agredido a la naturaleza y esta se impone con fenómenos que se presentan con grados superlativos como nunca antes, a causa del cambio climático.

Los huracanes Irma, Katia y José, han arrasado con furor contra todo cuanto encuentran a su paso, desde embarcaciones, árboles, postes de electricidad, automóviles, edificaciones y hasta con seres humanos.

Hemos sido testigo a través de los avances tecnológicos, de imágenes escalofriantes desde hombres, mujeres y niños, hasta de hormigas, caballos, flamingos, y cocodrilos que han salido a flote, en busca de salvar la vida. En Bahamas hemos visto como el huracán ha sustraído el agua del océano; en Cuba las calles están inundadas al igual que en Houston y Miami.

La naturaleza ha movido no sólo la tierra y los océanos, ha cimbrado conciencias para pedir a gritos ser escuchada, y cambiar hábitos en aras de que resurja un mundo mejor.

No han bastado los huracanes, los mexicanos la semana pasada fuimos zarandeados por un terremoto, de mayor magnitud que los sismos del 19 de septiembre de 1985, que han quedado tatuados en nuestra memoria y en nuestros corazones. El creador ha tenido clemencia y nos ha librado de una tragedia mayor a la de aquel año. Sin embargo una vez más debemos hermanarnos y brindar nuestro apoyo a los más afectados en los estados de Oaxaca y Chiapas, donde hasta el momento se contabilizan 90 muertos. En la Ciudad de México los especialistas evalúan los daños en escuelas, edificios casas y oficinas, con el propósito de que brindar seguridad a la población.

Existe la zozobra de una réplica del temblor quizá de más de siete grados sin saber cuándo, cómo y dónde nos podría alcanzar. No ha faltado el carácter bullanguero de los mexicanos, que a través de las redes sociales se expresa con memes jocosos como una manera de desahogo y del temor que nos invade en estos tiempos.

Y es que hoy los seres humanos contemplamos perplejos el escenario, de fenómenos nacidos en el interior de la tierra o en lo alto de la atmósfera, los científicos, políticos, y especialistas deben evaluar el modo de prevenir y paliar los efectos de éstos sucesos. Si bien los programas de protección civil han avanzado, aún estamos en pañales ante los embates de la naturaleza.

Hoy nos queda únicamente hacer una introspección de nuestros buenos y malos hábitos, despertar y actuar de la mejor manera, conforme al mundo que deseamos heredar a las futuras generaciones; algo hasta ahora hemos hecho mal los seres humanos para que hoy se presente la catástrofe y el desasosiego, el medio ambiente y nuestro entorno, requiere de grandes dosis de amor y armonía, quejarnos menos y actuar más, salir de nuestra zona de confort, restaurar nuestras acciones nocivas, en aras de crear un mejor planeta.

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