Las nuevas ideas: congruentes de la palabra a la acción

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Martín CORONA


Septiembre 14, 2017

¿Ya se dieron cuenta que el Mundo está cambiando a una velocidad vertiginosa? Las ideas que nos fueron impuestas como verdad universal, los valores morales con que muchos fuimos criados, los golpes recibidos para dejar claro lo bueno y lo malo ahora resultan mentiras, cosas fuera del nuevo modelo de pensamiento.

Y nos convencemos de la grandeza de las nuevas ideas sociales, mientras en nuestros actos cotidianos seguimos presos de acciones basadas en el mismo sistema. Lo cual no quiere decir que todos los esfuerzos de nuestros padres, maestros y tutores hayan sido en vano, sino que la generación que hoy es "adulto mayor" (para seguir siendo políticamente correctos) no puede deshacerse así como así de más de 50 años de un tipo de pensamiento. Así que no podemos esperar que sean correctos en sus declaraciones y, mucho menos, en su obrar.

El asalto de las nuevas ideas no es algo gratuito, más bien es la consecuencia de un nuevo panorama mundial. Atrás quedaron las comunicaciones aisladas, los secretos a voces, el poder de la iglesia oculto tras de la confesión, hoy nuestra identidad, gustos, preferencias y hasta vicios están a un click de quien guste. Y eso cambia por entero el panorama de los valores sociales y los modos de convivencia.

Sin embargo, ¿estamos a la altura de las nuevas ideas?

Me parece que no, del mismo modo que el hombre del Renacimiento tenía ideas hermosas acerca del individuo y la humanidad, pero no faltaba a misa diaria, ni se le ocurría contradecir al poder de la inquisición. Así nosotros hablamos del respeto a las preferencias sexuales mientras seguimos escuchando "chistes" sobre homosexuales, así nuestra cultura habla de la igualdad entre géneros mientras conserva esquemas de esclavitud en la prostitución y el sub empleo para la mujer. Nos podemos asustar de que un maestro que lleva 40 años dirigiendo una universidad religiosa haga declaraciones machistas, mientras en casa seguimos considerando que la mujer es más tonta o mala para conducir un auto y que no está bien que vista de tal o cual manera, mientras seguimos evitando que los hijos varones aprendan a cocinar o jueguen a cargar bebés y cambiar pañales.

No es privativo de nuestra cultura, a lo largo de la historia las ideas nuevas llegan mucho antes que las nuevas sociedades y los nuevos mundos. Sin embargo, nunca antes había sido tan rápido el cambio, nunca antes una misma generación había sido criada con una ideología prácticamente contraria a aquella con la que tendrá que defenderse en su vida adulta.

Más que lamentarnos de la falta de congruencia entre las nuevas ideas de lo "políticamente correcto", más allá que buscar sus orígenes en el liberalismo capitalista o recalcar la caída de las sociedades católicas, necesitamos estar atentos a cómo las nuevas tecnologías, los nuevos modelos de negocio generarán nuevas sociedades y nuevas culturas. De nada nos servirá burlarnos de quien conserva valores que ya consideramos caducos, mientras nuestras acciones, sistemas y formas sigan inconscientemente esas estructuras. No se trata de cambiar de ideología de la noche a la mañana, pero sí permanecer atentos y en congruencia, ya que en los momentos de cambio social como el que se vive actualmente corremos el riesgo de perder el trabajo, de no tener manera de entender el mundo en cinco o diez años, de formar hijos sin herramientas para enfrentarse a los nuevos panoramas.

Trabajar en la propia congruencia entre las ideas y las acciones nos obliga hoy a dejar de reírnos de los chistes machistas, repensar la importancia de las mujeres como compañeras en la construcción de la realidad, dejar atrás conductas y prácticas que someten al otro por ser diferente, aprender a respetar en su ser al Otro. Esto conllevará obligatoriamente a crear nuevas leyes, nuevas maneras de estar y ser en el mundo, lo cual obligatoriamente nos lleva a nuevas formas de poder, nuevos negocios y otra realidad.

Este velocísimo cambio necesita de personas despiertas, críticas y capaces de adaptarse todo el tiempo. Hoy más que nunca necesitamos detenernos a pensar como padres, como maestros, como formadores de niños y jóvenes en cada elemento que ponemos a su alcance, generar en ellos apertura, calidez y adaptabilidad sin olvidar los valores esenciales de la humanidad, más allá de criterios morales que sirvieron a un tiempo y una cultura que, aunque nos duela y cueste, está caduca.

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