Conciertos sola y libertades

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Diana Gómez


Septiembre 16, 2017

La primera vez que fui a un concierto sola tenía 24 años, había terminado una relación sentimental larguísima y también había renunciado a un mal trabajo, así que, efectivamente, me sentía muy libre, y en lo único que pensaba era en hacer algo distinto.

Fui a ver a Swans al NRMAL y fue uno de los mejores conciertos a los que he asistido. Me puse un vestido corto ante el terrible calor de esa primavera, viajé sola por el metro de la CdMx con mi cámara réflex y con mis audífonos puestos escuchando el To Be Kind, uno de los últimos discos de esta banda estadunidense de culto que jamás creí ver en vivo.

Regresé a casa sola, con la cabeza hecha trizas por tan perfecto concierto y con una sonrisa insuperable. Recuerdo que compré un par de discos y charlé con los vendedores que eran amigos de la banda. Cuando me subí al camión de regreso a Puebla no podía con tanta emoción.

Sigo pensando que ha sido uno de los mejores eventos a los que he podido ir y se me eriza la piel pensar en Michael Gira cantando con una fuerza inexplicable en ese pequeño escenario, viéndonos a los ojos y volviéndonos locos. 

Repetí la experiencia con Tricky en el Plaza y en un Corona Capital, donde tomé muchas cervezas; sigo diciéndole a la gente que se atreva a ir sola a un concierto. Es indudablemente una experiencia bellísima si amas la música. Cuento esto porque me es imposible no pensar en estas experiencias en estas últimas horas, ante el triste caso de Mara Castilla.

Como mujer, como poblana, como periodista, como persona que ama salir de noche a tomar, a los conciertos, a visitar amigos, a irse a otras ciudades sin pensarlo, me siento con el corazón muy roto. Poco he dormido desde que llegó la noticia a la redacción en la que laboro, y no me he despegado de la computadora ni de los chats de mis amigas y amigos.

Me resulta muy difícil escribir algo que no se haya escrito antes, que los propios periodistas no estén publicando en sus columnas durante estos días, o que ustedes no hayan leído. Y es que, en esta ocasión, todos compartimos esta serie de sentimientos que conllevan a la desesperación y a la tristeza.

Quiero con todas mis fuerzas seguir saliendo a conciertos sola, que mis amigas hagan lo mismo, mi hermana, mi madre, mis exalumnas y todas esas personas que tienen ganas de hacerlo. Quiero que regresen con la misma emoción que yo he regresado, con los sesos fritos porque acabas de escuchar algo increíble y no porque te pusiste un vestido y tomaste cervezas.

Lamento y condeno como todos esta situación. Me siento muy rota y abrazo a todas las mujeres poblanas y mexicanas que se sienten de la misma manera. Este sentimiento colectivo nos conlleva a hacer cambios internos y a volvernos más solidarios.

Mara nos une pero no es la única y, tristemente, dudo que sea la última. Abrazo a todas y les deseo con todo el corazón que tengan las mismas ganas de ser libres que yo, y no piensen en las consecuencias antes de decidir irse a disfrutar de cosas tan preciosas como es la música.

Esta columna es de índole musical, pero me sentiría muy culpable si hoy no escribiera sobre Mara, sino expresara en estas hojas mi vulnerabilidad, misma que sé compartimos todas en estos momentos.

Les abrazo mucho queridas lectoras y lectores, deseándoles una vida libre de miedos y llena de sonidos. 

 

@dianaegomez

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