¡Ya basta! ¡Ni una más!

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Juliana VIVAR VERA


Septiembre 16, 2017

El caso de Mara es uno de tantos más, pero único en su propio ser, único para sus familiares y único para nuestro núcleo social, como lo fue cada una de las que le precedieron como protagonistas victimales. La tragedia no se borra, es huella evidente y profunda de un fenómeno monstruoso que pareciera inatacable por su multiplicidad de formas manifiestas y ocultas. Es una representación social con protagonistas de escena que transmiten con su propia vida un sentir colectivo.

El contexto de cada caso recrea escenas parecidas, tan parecidas que pudieran diferenciarse sólo por los protagonistas, pues los elementos que intervienen son los mismos en esencia, pero representados en diferentes formas que son latentes. La preciada libertad de decisión como derecho y característica de razonabilidad humana fue empleada por el agresor de Mara teniendo una consecuencia fatal, así como la libertad de decisión de Mara por divertirse tuvo como resultado esa consecuencia. Se pretenden múltiples soluciones en voz alta en cuanto a la restricción de la libertad que al mismo tiempo imputan responsabilidad incluso a la propia víctima, que, en la normalización de una sociedad violenta, invitan a la mujer a su propia protección. El llamado de "ni una más", refleja el ya basta de dañar a quien de facto es vulnerable a pesar de la igualdad de derechos y la multiplicidad de leyes y protocolos nacionales e internacionales de protección a la mujer pero que al mismo tiempo, de iure reafirman y reconocen su vulnerabilidadclasificándolas como víctimas de la violencia estatal al exponerlas como "mujer vulnerable y con necesidad de protección" como forma de violencia simbólica en la imposición de una condición cultural arbitraria que no considera los graves efectos reales el resto de mujeres que con ello se refleja como víctima.

Lasimulada participación de combate estatal es ínfima pues se reduce a esperar la noticia criminal y tomar una decisión judicial con ayuda del vasto bagaje instrumental legal querefleja un discurso declarado que no atiende el llamado social de ¡ya basta! Se pretende que la pena excesiva y un tipo penal especial reduzca el índice delictivo en crecimiento cuando tal hipótesis ya ha sido refutada y evidenciada su ineficacia en el impacto social. La poca seriedad de entender e interpretar la ley con la realidad sucede por la falta de sensibilidad de las autoridades cuya función se reduce a cumplir indicadores sin entender que tienen encomendada funciones de servicio para las personas. Así, no es única la responsabilidad del perpetrador que, si bien ejerció su libertad y de acuerdo a ella debe aplicarse la consecuencia legal, existe un trasfondo contextual que las autoridades no han apostado a atender y que, debido a ello, hace que el caso de Mara no sea aislado y rara presencia social.

Las luchas contra la victimización con base motivacional en lo cognitivo, afectivo, político, económico, etc. reclaman el reconocimiento de la diversidad, igualdad de derechos y oportunidades, así como la equidad en el trato justo como seres libres.Visto así, tomaría significado la función de bienestar común que ofrecería el Estado en la apuesta por la labor preventiva y sólo de ser necesario, ocupar la reactiva. Prevenir pues considerando al ser humano libre en sus roles sociales que comparte esencia en su corporalidad, psique y espiritualidad, dejando la distinción de sexo en segundo plano de importancia, se evitará crear leyes reactivas cargadas de violencia simbólica a la mujer y morbo social. El reto debe ser transformar el estigma social discriminatorio a través de la incidencia precisa de las instituciones en la base de la cultura y la educación. Los controles sociales informales –escuela, familia, religión, etc.- son inhibidores de conductas dañosas, pero la responsabilidad estatal para impulsarlos en el accionar de la voluntad política de cumplir con la función encomendada al estado de bien común, debe reflejarse con una sociedad segura y justa para que tenga sentido y justificación la existencia de instituciones y autoridades, pues a partir de esa ausencia es que seguimos reclamando ¡YA BASTA! ¡NI UNA MÁS!

Dra. Juliana Vivar Vera

Profesor de Tiempo Completo

Tecnológico de Monterrey

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