Martes 26 de Septiembre de 2017 |
En memoria de todas las víctimas del terremoto del 19 de septiembre en México. Especialmente deEdgar, Alex, Rubén, Luis Manuel y Juan Carlos #SiempreTec Ante los sucesos ocurridos en el país recientemente, me parece necesario hacer un alto para analizar qué implicaciones tiene la reacción de la sociedad civil en lo que parece un cambio político que será provocado por el despertar de los jóvenes mexicanos. Lo cual debo confesar que me genera grandes expectativas y mucha ilusión por el bienestar de este país, en medio de tanta tragedia y dolor. El balance de víctimas mortales del terremoto de magnitud 7,1 que sacudió el centro y sur de México ha ascendido a 324 fallecidos, según el coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente. En la Ciudad de México han muerto 186 personas, 45 en Morelos, 45 en Puebla, 13 en el Estado de México, 6 en Guerrero y uno en Oaxaca. A esto se agrega otro movimiento telúrico del sábado pasado con intensidad de 6,1 y epicentro en Unión Hidalgo, Oaxaca, el cual derrumbó un puente y provocó la muerte de otras dos personas que murieron por un paro cardiaco. Varias viviendas que habían resultado afectadas en ese estado por el anterior terremoto del pasado 7 de septiembre, también se desplomaron ante el movimiento telúrico que tuvo una magnitud de 8,2 en la escala de Richter, dejando un centenar de muertos en los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco. El martes 19 de septiembre, después del terremoto que sacudió a varios estados del centro y sur de la república mexicana (Ciudad de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Estado de México, Guerrero y Oaxaca), y tras analizar lo sucedido en el poco tiempo que tuve para reflexionar todas las afectaciones de esta tragedia, me doy cuenta de lo mucho que los jóvenes de este país nos han enseñado. En primer lugar, que su joven corazón es noble, compasivo, solidario y muy sensible; nunca voy a olvidar que ese día por la noche me buscaron diversos estudiantes para pedirme que los apoyara en la organización de la ayuda que sentían debíamos proporcionar a los damnificados del sismo. Trabajaron tarde y noche para generar las condiciones necesarias de la recolección de apoyos que querían hacerles llegar, convocando por redes sociales a la ciudadanía a participar. Y así llegó el primero de los siguientes días, lleno de expectativas, pero también de mucho dolor porque se dio a conocer la noticia del sensible fallecimiento de compañeros suyos en la Ciudad de México, lo cual sacudió a nuestra comunidad y especialmente a ellos. Me dio mucha pena ver tantas lágrimas derramadas y pensaba a la vez todo lo que estaba pasando con los familiares de esos jóvenes estudiantes, en sus otros amigos, en sus profesores y en los millones de personas que pasaban por la misma circunstancia al haber perdido a un ser querido. Se sentían heridos, contrariados y desesperados por hacer algo para ayudar las víctimas del terremoto, lo que los impulsó para hacer la labor más extraordinaria de su vida, sirviendo a su país, extendiendo lazos solidarios de cooperación, amistad cívica y un amor desbordado por quienes más sufrían en ese momento. En esas circunstancias se abrió el centro de acopio del Tecnológico de Monterrey en Puebla, con la colaboración del diario El Popular, cientos de estudiantes, profesores, directivos y personal administrativo de nuestra institución que se volcaron en conjunto con la Cruz Roja Mexicana, jóvenes rotarios de Puebla y cientos de voluntarios para apoyar la iniciativa que los estudiantes de preparatoria y licenciatura habían emprendido, a fin de recolectar víveres, medicamentos, herramientas para demoler edificios, cobijas, colchonetas, y lo más valioso, de las cadenas de empatía que querían hacer llegar esa ayuda: las brigadas de rescatistas, enfermeros, doctores, ingenieros, y todos los estudiantes que corrieron para participar, sabiendo que eran requeridos con urgencia en las diversas localidades que solicitaban apoyo, principalmente de Puebla y Morelos. En caravanas de un promedio de 10 automóviles por viaje, se trasladaron a diversos puntos de la ciudad de Puebla; viajaron además a diversos municipios de Morelos (Jantetelco, Ocuituco, Cocoyoc y Tetela del Volcán), logrando apoyar a cientos de familias de las diversas localidades de esas cabeceras municipales. Esto con el apoyo las donaciones que se recibieron en el centro de acopio, las facilidades de empresarios que prestaron vehículos de carga y transporte para pasajeros que entregarían las ayudas, también de jóvenes que decidieron utilizar sus automóviles y aportar su tiempo y sus manos en beneficio de las comunidades afectadas. Movilización que motivaba a todos a seguir hombro a hombro con esta tarea de atender la emergencia que provocó el sismo. Sin embargo, a pesar de que el impacto del mismo es muy significativo en términos de la pérdida de vidas humanas y los daños provocados en términos económicos, también nos hizo ver que en medio de la tragedia que está viviendo México, los estudiantes universitarios están a la altura de las circunstancias que atraviesa el país. No solo saben organizarse y resolver problemas, sino enfrentar adversidades e incluso reconciliarse si en el proceso de generar la ayuda se dio un conflicto; en términos políticos, está claro que los jóvenes en general no confían ni tampoco creen en los políticos. Están dispuestos a reconstruir las comunidades, a unir esfuerzos colectivos por un bien en común (el de todos), pero ante la emergencia desconfiaban que la ayuda que generaron efectivamente llegara a quien tenía que llegar si dejaban lo recolectados en los centros de acopio; por eso la mayor preocupación fue entregar directamente los apoyos, en colaboración con Cruz Roja y los rotarios. De este modo, me parece que el cambio político para México deberá analizarse en lo sucesivo, tomando en cuenta esta capacidad de resiliencia de los jóvenes frente a la adversidad y de organización social para establecer no solo quién quieren que los gobierne, sino cómo quieren que se tomen las decisiones por el bien público, informándose, concientizándose, y participando activamente en la vida pública; exigiendo a sus gobiernos y responsabilizándose de lo que a ellos les toca como sociedad civil organizada, profesional, con conocimientos al servicio de los demás que no tienen las mismas oportunidades que ellos. Desde esta perspectiva, confío que los jóvenes ya están reconstruyendo México, y deseo al igual que millones de mexicanos, que así sea, que no paren y que este doloroso mes patrio sea un hito en la historia política de este país. En este mar de lágrimas resulta una esperanza ver que si el país se mantiene de pie es precisamente por ellos. *Profesor de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey@floresm_mx |