La diferencia entre dos sismos devastadores

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Pablo RANGEL SARRELANGUE


Septiembre 27, 2017

Después del terremoto del 19 septiembre de 1985, el descontento social generó la esperanza de un nuevo régimen de estado, plural, incluyente, abierto y respetuoso; con motivo de ello, surgió en forma inicial en 1987 el llamado Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, y en 1988 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, la maestra Ifigenia Martínez y Porfirio Muñoz Ledo, entre otros, formaron el Frente Democrático Nacional.

El 6 de julio de 1988, cuando el ingeniero Cárdenas superaba con tendencia de voto de 42 por ciento a Carlos Salinas de Gortari, quien se dice difícilmente alcanzaba el 35 por ciento del cómputo de más de 50 por ciento de casillas, el sistema colapsó, las cifras fueron revertidas con los nefastos resultados que todos conocemos.

Los daños causados por el terremoto de 8.1 grados en aquella época fueron manipulados, como se hizo posteriormente con el proceso electoral. Los mecanismos de comunicación para la nación eran escasos, el control en la prensa era como ahora… casi total. El emporio televisivo eclipsaba el mínimo intento de información objetiva.

Treinta y dos años hacen la diferencia entre lo que cito en líneas anteriores y el acontecer actual en el país. Hoy tenemos una juventud desbordada en solidaridad, ayuda y esfuerzo, una juventud que además está evidenciando realidades que estaban ahí, que lastiman a muchos pero que quizá desconocían y que hoy saben se llaman miseria, corrupción, desigualdad desconfianza, todo ello con un responsable directo: gobierno.

Quizá en julio de 2018, es decir, un año después de la contingencia que hoy vivimos, tengamos como en julio de 1988, la esperanza de un nuevo régimen de estado, plural, incluyente, abierto, respetuoso e infinitamente honesto.

El descontento social con el paso del tiempo irá creciendo, el éxodo de seres humanos que hoy perdieron todo no se hará esperar, contra cualquier pronóstico habrá desempleo si el estado no toma las medidas necesarias.

La desconfianza en quienes manejan las instituciones del país es cada día mayor y pareciera que esa alta burocracia no se da cuenta que puede estar próxima a que un pueblo enardecido la ponga en estado de contingencia.

Las cartas que la mafia del poder juegue en el proceso electoral para presidente de la República, mucho tendrán que ver con un supuesto candidato independiente que necesariamente habrá de provenir de la clase dominante del país, cuya virtud será simular probidad e independencia con quienes han hundido a la patria.

En verdad no creo que a nuestra nación le haga falta una sacudida mayor a la que ya hemos sufrido para evidenciar un verdadero cambio. Toda la molestia social debe representar un voto consciente y orientado, pero más aún la convicción de que habrá que defender ese voto con uñas y dientes, quizá como faltó hacerlo en 1998.

 

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