Una propuesta comunitaria para la reconstrucción social

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Martín CORONA


Septiembre 28, 2017

En días pasados presenciamos y pudimos ser parte del apoyo de muchísima gente hacia los afectados por los terremotos que impactaron a Oaxaca, Puebla, CMx, Morelos y otros estados del país. Esta gran solidaridad nos ayuda a quitarle el peso salinista a la palabra y darnos cuenta que los Gobiernos Estatales, el Gobierno Federal y los gobiernos locales no tienen la menor idea de cómo trabajar en la emergencia. Para nadie queda en duda que los mexicanos somos un pueblo solidario y comprometido no con la Patria (esa señora morena de los viejos libros de textos), sino con el Otro, con nuestros hermanos, amigos, paisanos, conocidos o, simplemente, hermanos en desgracia.

Sin embargo, conforme la emergencia va cediendo salen a la luz los casos de abusos, donaciones y apoyos canalizados a instituciones burocratizadas e inoperantes. Vemos casos de absurdos tales como instituciones públicas solicitando que se les done a ellos trabajo, víveres o dinero, instituciones que han demostrado no apoyar a la gente y generar proyectos cuyo beneficio es sólo para una tendencia ideológica y un proyecto económico unívoco. Pongo como ejemplo al IMACP que después de sacar a los artistas de las calles, de hacerles audicionar para que puedan pertenecer y pagar una cuota se atreve a solicitar artistas que trabajen gratis en las brigadas que llevará como institución a los lugares que ellos decidan. Y así por muchos lugares casos similares en intensiones y maneras de hacer.

Sin embargo, es el trabajo hacia las personas por parte de otras personas lo que deja claro el maravilloso hallazgo de esta desgracia. Muchísima gente fue de inmediato a su alacena, su guarda ropa, a los supermercados y donó, buscó llegar y hasta se volvió brigadista o voluntario para hacer llegar apoyo a la gente afectada. Entonces volvemos a sentir confianza, después de los feminicidios y el miedo que las noticias en los medios ya había puesto en los ánimos y mente de las personas, volvemos a confiar, pero no en la televisión, no en los medios, sino en los demás, en los ciudadanos, en las familias, en los jóvenes, en hombres y mujeres que sabemos ahora están dispuestos a donar tiempo, objetos, dinero y esfuerzo por ayudar a quien lo necesita.

Y aquí viene la maravilla. El pueblo mexicano, ese que siempre te ofrece un taquito apenas entras a su casa, está pendiente de que su esfuerzo llegue a las manos adecuadas. Y ahora las instituciones gubernamentales ya están listas para "canalizar" la ayuda, para llenar sus cuentas de banco con los apoyos internacionales y, como lamentablemente parece ocurrir, usar para fines políticos partidistas los recursos que son para la gente.

Así que debemos re pensar en nuestros esquemas y formas de apoyar. Es por ello que propongo, desde mi muy humilde manera de reflexión, crear una manera de red de apoyo grande a partir de esfuerzos muy pequeñitos que sí insidan y ayuden a la gente en aquello que realmente necesita. Partiendo de que todo organismo es una red enorme conformada por pequeñas células que hacen cada una su propia labor.

El primer paso sería detectar a familias que necesitan reconstruir su casa, su negocio y, por ende, su vida cotidiana. Una vez detectadas las problemáticas vincularlas con tres a cinco familias ansiosas de ayudar. Estas familias, harán una pequeña red para hablar, hacerse solidarios persona-persona, de manera que las familias que apoyan sepan exactamente qué necesita la familia en desgracia.

Idealmente semana a semana se verán, se realizará un compromiso moral de tres a cinco meses de apoyo directo, en tanto buscan la manera de volver a la "normalidad".

A lo largo de este tiempo, todas las familias conocerán de a poco sus maneras de ver el mundo, entenderán las verdaderas necesidades de quien al principio está en desgracia y crearán un fuerte lazo afectivo. Al término del tiempo de apoyo las familias ofrecerán un convite para los demás.

Todo lo anterior en el compromiso de que los afectados no se ponga a merced de instituciones y hasta ong´s cuyo único propósito será usarlos como un número más para bajar recursos. De esta manera, con los millones de mexicanos que tenemos muchas ganas de ayudar a los demás, los cientos de miles de afectados tendrán la oportunidad de sacar adelante su forma de vida desde la solidaridad y la empatía.

No creo que sea la única manera, pero es una propuesta para dejar claro lo que comienza a vislumbrarse como una devastadora realidad, que las instituciones a las que confiamos nuestra vida cotidiana no están a la altura de circunstancias de emergencia y que, en esta reflexión, quizá tampoco lo estén para el futuro inmediato de nuestra sociedad.

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