De lo ocurrido, rescata no solo a los damnificados sino también lo mejor de ti
La humanidad se conduce conforme sus emociones le mandan. Seres sensibles, inteligentes y erráticos somos aunque la soberbia no nos lo permita aceptar. Orgullo, ese perro guardián del alma que no baja la defensa so pretexto ilógico de protección, sin duda alguna éste no tiene justificación, su existencia en el conducir humano solo entorpece la evolución de la excelencia. ¡Oh, humildad!, virtud que se debe exigir el propio ser por su solo existir, divina seas tú que sin temor conducirías a la prudente felicidad. Profundas emociones y sentimientos han salido a flor de piel, un fuerte sismo los ha desenterrado de las profundidades de donde se encontraban. Sin duda alguna la rutina y el tedio se rompen con lo superveniente, las acciones posteriores a aquellas eventualidades son lo que define el temple y capacidad de respuesta de una persona. Con orgullo y gran emocionalidad escribo estas líneas reconociendo que, en general, las personas han respondido con solidaridad, entereza y generosidad, material e inmaterialmente. Muchos gritan ¡Vamos México!, "no bajes la guardia", "sigue así", "sí se puede" y, es algo positivo, pues en tiempos de crisis el ánimo debe mantenerse. No obstante, debemos ser precavidos con esas frases de emotividad, porque sugieren externalizar esa motivación a la nación, y no debe suceder así, la nación la haces tú. Tú que ayudaste a desalojar hospitales, tú que ayudaste a mover escombros, pasar cubetas, cocinar y llevar comida para los rescatistas sin discriminar a los curiosos, tú que coordinaste centros de acopio aun y cuando no perteneces a un Estado afectado, el que acudió casa por casa para recolectar víveres para evitar que otros salieran previniendo causar tráfico innecesario, tú que ofreciste tu casa para aquellos que iban desde lejos, los médicos que viajaron con medicamentos a zonas alejadas prestando sus servicios móviles, los dueños de negocios que se desprendieron de su mercancía, tú que no abandonaste a tus alumnos y esperaste pacientemente a que llegaran por el último de ellos, los que cuidaron de los animales como si fuesen sus mascotas, todos los que contribuyeron en evaluar instalaciones, crear políticas de acción e infinidad de acciones que podríamos citar; esa persona proactiva, responsable y colaboradora es la que hizo de México una nación con capacidad de respuesta. Ahora es momento de demostrar que lo hemos entendido, que lo hemos hecho bien y que lo vamos a seguir haciendo bien. Se aproximan momentos en los que la euforia y la adrenalina se disipan para dar paso a las estadísticas, los números, el cansancio y fatiga, por lo que la disminución de motivación y acción es inminente. Sin embargo, esto no tiene por qué ser así, hagamos uso de la experiencia que nos han dejado estos fenómenos naturales, apliquemos ayuda con disciplina y cautela, debemos continuar ayudando sabiendo cómo hacerlo. La sincronización de horarios, la comunicación, humildad, solidaridad, el altruismo y respeto, deben ser la base de todo movimiento encaminado al auxilio de los nuestros. De lo ocurrido, rescata no solo a los damnificados sino también lo mejor de ti, el sismo lo desenterró con una fuerte sacudida e impresión, no permitas que se vuelva a hundir, mantenlo y conviértelo en la versión mejorada de ti mismo. Como bien dicen, las nuevas generaciones son capaces de mover naciones, y es que resulta motivador comprobar que a diferencia de otros tiempos las personas, en específico los jóvenes, supieron canalizar la euforia y adrenalina en acciones colaborativas, en lugar de paralizarse por el temor y caer en pánico. Sin lugar a dudas, los estragos de tantos tropiezos sociales, matanzas sin sentido, desapariciones forzadas, opresiones y demás; han impactado en ellos, acostumbrándolos a estar siempre alerta, a los eventos supervenientes fuera de sus alcances, a ese furor causado por lo no previsto. Sin propósito, los abusos de autoridad y los atropellos en contra de los habitantes de este país que han mostrado el horror humano, se encargaron de entrenar a los jóvenes y a los no tanto, para hacer de ellos personas reactivas; sin querer han curtido su carácter, los han vuelto valientes, capaces de diseñar sus propias vías de comunicación, su propio lenguaje, sus propias estructuras.
Intégrate y forma parte de los que conocen el significado de tener un puño en alto al estilo Villoro, en donde -tienes el valor de tener miedo-, y así –de las piedras de las ruinas se haga otra ciudad-- como lo sugiere Denise Dresser. |
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa. |