Un vago profesional

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Federico VITE


Octubre 24, 2017

O Henry, pseudónimo del escritor William Sidney Porter, quien nació en la segunda mitad del convulso siglo XIX, es autor de una serie de libros en los que este sureño de Alabama narra historias de vividores profesionales, falsificadores, asaltantes, bebedores, indigentes, militares condecorados, sherifss y eventuales cuatreros. ¿Por qué se interesaría O. Henry por personajes con estas características vitales? Bueno, las pistas para esa respuesta esencial están en la biografía del autor: la juventud de William Sidney no fue precisamente amorosa. Creció en el condado de La Salle, Texas, trabajaba en un rancho de ovejas. Para 1884, el futuro escritor cumplía 24 años y volvió a mudarse, esta vez a Austin, donde residió en la casa de un amigo durante tres años. Con él vivía un gato llamado Henry. Y de la expresión coloquial: ¡Oh, Henry! Surge el pseudónimo del escritor. A los veinticinco años comenzaron sus problemas con el alcohol; aprendió español a la perfección y se robó a la hija de una familia adinerada, Athol Estes, con quien tuvo dos hijos. Sidney fundó el semanario The Rolling Stone; la manutención del medio impreso se lograba gracias a que el escritor laboraba en un banco de Austin, pero las verdaderas preocupaciones comenzaron cuando el autor de Cómo asaltar un tren (libro de cuentos publicado por Ediciones de Bronce, Barcelona 2002) es acusado en 1895 de malversar los fondos de First National Bank. Sidney tuvo que huir a Honduras vía Nueva Orleans. Estuvo viviendo en Trujillo, en 1896, y en ese año comenzó un libro de cuentos en el que daba cuenta de la vida en un país ficticio de América latina: Anchuria: La gran mayoría de estas historias aparecen ?de acuerdo con Marcelo Cohen, traductor de este cuentista humorístico? en el libro Of Cabbages and Kings.

Cohen refiere que la vida de Sidney en Centroamérica es poco conocida; pero confirma la versión de que en 1987, la esposa del también autor de Heart of the west estaba a punto de morir y el escritor no tuvo más remedio que volver a Estados Unidos, de nueva cuenta a la ciudad de Austin, donde una vez que enterró a su mujer fue detenido y condenado a cinco años de prisión; pero sólo estuvo detenido 36 meses, pues se le concedió la libertad condicional por buena conducta. 

Curiosa y tristemente la cárcel fue el sitio idóneo para que Sidney puliera su oficio. Escribía relatos para ganar dinero y una de sus historias, precisa Cohen, Whistling Dick's Christmas Stocking fue publicado por una revista prestigiosa de finales del siglo XIX: McClure´s Magazine.

Salió de prisión en 1901 y desde ese momento sólo firmó sus historias como William Sydney Porter; se trasladó a Nueva York (donde vivió hasta su muerte), ciudad a la que convirtió en el escenario principal de muchas de sus narraciones en corto. Como escritor, Sidney tuvo una relativa fama y éxito económico, pero la afición que prodigaba al whisky no le permitía ahorrar dinero alguno. Se cuenta, detalla Cohen, que el cuento más famoso del oriundo de Alabama, El regalo de los Reyes Magos, fue escrito bajo presión. Debía ser enviado a la redacción en tres horas y el autor decidió beberse en ese lapso una botella de whisky: así nació ese texto que para algunos críticos literarios de principios del siglo XX es uno de los más depurados de la literatura estadounidense

En cuanto a los textos que integran Cómo asaltar un tren, detecto algunos recursos clásicos de la creación de cuentos: finales imprevistos, aunque gradados desde la segunda mitad del cuerpo del relato (el más pequeño de los catorce reunidos es Los caprichos de la suerte, cuya extensión es de ocho páginas), donde pone de manifiesto las versiones contrapuestas de las historias A y B que caracterizan a los cuentos modernos, según el narrador argentino Ricardo Piglia.

Sidney captó el espíritu libertino de su tiempo; esa transición del siglo XIX al XX. Aumentó el mito de la masculinidad imbatible que es pan de cada día entre los vaqueros.

Algunos de los cuentos más conocidos de O Henry son Memorias de un perro amarillo, Regalo de Reyes, Déjeme tomarle el pulso, Vocación mesiánica, El oro que relucía y Cómo asaltar un tren. Lecciones de un vago, más que cuentos. Ohhh, yeah! Que tengan un sublime martes.

 

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