¿Para qué tanto dinero?

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Gabriela HERNÁNDEZ M.


Octubre 28, 2017

Ya es costumbre leer noticias sobre el desvío de fondos, políticos, administrativos y particulares, nadie se salva. La situación no es fácil, es claro, pero nada justifica el abuso, la ambición, la codicia y el egoísmo con el que actúan estas personas.

No importándoles la crisis que provocan sus actos a todo un colectivo, sin reservas y con descaro total abusan de la confianza, del cargo público conferido, de la nación misma a costa de su pueblo.

Sin embargo, el punto de interés va más allá del robo y asalto que ha sufrido México, éste se centra en la desmedida ambición y en la sed de poder acumular riquezas. Tal parece que se ha perdido el enfoque, las personas son los fines más no las cosas materiales, pero en la realidad esto se ha transformado haciendo del hombre el medio "idóneo" para hacer de otros los "ricos" del país. No hace falta decir nombres, hacerlo sería una tarea interminable, pero bien sabemos que aquellos que se han servido del erario lo han hecho sin medida.

¿Para qué necesitan tanto dinero? Esa es la gran incógnita, por mucho financiamiento político, por donaciones y deudas que se tengan, las cantidades desviadas y robadas que se han reportado e identificado en las investigaciones son exorbitantes. Es inaudito que una persona gaste en su corta vida o lo que le queda de vida las grandes cantidades de las que se ha apoderado. Y esto nos conduce a cuestionar si en realidad estos individuos y nosotros mismos tenemos noción de la suficiencia de la riqueza.

El tema de la riqueza no es nuevo, economistas y juristas se han adentrado en su estudio; no obstante, es necesario hacerlo desde la perspectiva humana y acá es en donde Robert y Edward Skidelsky padre e hijo cuestionaron la cultura de la satisfacción y suficiencia de la riqueza, preguntándose ¿cuánto es suficiente? Tal parece que es una incógnita sencilla, pero ésta se compone de deseos, metas, anhelos y si estos van acompañados de una débil conducta ética pueden convertirse en la voracidad de siempre querer más, sin importar los medios y las consecuencias.

Los Skidelsky en su momento plantearon los elementos de la buena vida y escribieron que todo va en función a la salud, seguridad, respeto, personalidad, armonía con la naturaleza, amistad y ocio. De acuerdo a estos autores, una buena vida se concentra en estos parámetros, pero esto no se aparta de ser subjetivo porque aún quedan pendientes las cantidades.

 ¿Cuánto es suficiente? Bien, desde una perspectiva de la buena convivencia, del respeto y la realidad de vivir siempre en comunidad, el límite se encuentra en evitar el daño a otros, en no permitirte hacer de otros un medio que te sirvan para tus fines porque el fin es la persona, el límite se centra en saber contenerte al evaluar las consecuencias de tus actos y en no permitirte abusar de otros. Debes reconocerte como un miembro de la colectividad y para ello se requiere de humildad. Humildad para admitir que en tu individualidad existen obligaciones para con otros, para reconocer que tienes un deber y compromiso que cumplir con tu presencia y participación en un cargo público.

Definitivamente la realidad que se vive, atiende en esencia a la conducta viciada, a la ausencia de una conducta virtuosa, al desequilibrio emotivo y de consciencia respecto a la factibilidad y eficiencia de tu corta estancia como ser viviente en el aquí y ahora. Y tú ¿sabes cuánto es suficiente?

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