Dualidad

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Adriana Amozurrutia Elizalde


Noviembre 05, 2017

Puebla está representada en el Paseo de San Francisco y sus alrededores, el cual es un claro reflejo de lo que representa este estado. Sus viejos y pesados muros que albergaron prolíficas textileras hoy son el cimiento de hermosas construcciones modernas, coloridas y cosmopolitas, llenas de gente, de bullicio, de dispendio desmedido y de frivolidad, que se encuentran enmarcadas por calles transitadas, camiones ruidosos y vecindades desvencijadas y maltrechas donde la gente vive hacinada. Tiene un sabor a viejo y nuevo, a riqueza y pobreza, a color y a desteñido.

Es esta dicotomía entre profusión y privación, la que caracteriza este estado multicultural, que ha abierto a lo largo de su historia sus puertas de par en par, para recibir a los habitantes de los vecinos estados y a viajeros del mundo. Puebla ha aprendido a pistear, como en el norte de México, a produzieren al estilo alemán, a entender que hay un nuevo estilo de mesicano que se llama chipileñi, a aceptar que la diversidad transite por sus calles mientras defiende a capa y espada sus tradiciones, que coexisten en esta mezcolanza.

El Pipope, o pieza poblana perfecta, y el poblano son hoy dos especies más dentro de un mundo de pobladores globales, con gustos y cosmovisiones distintas, a veces, contradictorias. Esta Puebla dual ha crecido, ha aprendido, se ha enriquecido, se ha vestido de colores y se ha defendido para conformarse en lo que hoy manifiesta.

Por un lado, se vive el miedo a la creciente violencia y por otro, la solidaridad de la gente ante la desgracia de los conciudadanos. Escuchamos con un oído los lamentos sobre los secuestros, asesinatos, las violaciones, los abusos, provocados por la locura humana, la rapiña y las ansias de poder desmedido. Con el otro oído nos llegan los clamores y las imágenes de las cadenas humanas cargando víveres y materiales para ayudar a los demás, de los centros de acopio colmados hasta decir basta, de las manos ansiosas de ayudar llegando en tropel hasta no caber más, de las ansias de trabajar por la reconstrucción motivadas por la conciencia y el amor, y a cambio de nada. El corazón se ha inflamado, acallando temporalmente el miedo, al mirar la condición humana elevarse.

Los eventos extremos y retadores, como siempre, permiten a las personas elegir un lado, el bando de los que están trabajando por levantarse, de reconstruir los escombros; y el bando de los que toman los esfuerzos de los demás para obtener beneficios propios.

La reflexión es la siguiente: ¿cuál es la elección que realizarás tú?, ¿cómo te gustaría ser reconocido? Es importante reconocer que las fuerzas de la dualidad coexisten en todos nosotros, pero siempre tenemos la libertad de elegir, en momentos de crisis, cómo actuar, cómo comportarnos, cómo reaccionar. Podemos elegir cuál será el lado de la moneda que nos representa más.

El ser humano vive en esta eterna oposición, elige de estas dos fuerzas. Afortunadamente, la mayoría siempre elige la reconstrucción, la cooperación, fuimos testigos de ello y seguimos atestiguándolo día a día. Por eso Puebla retiembla y se cae de muchas maneras, pero siempre, siempre, se levanta.

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*Profesora de Cátedra del Tecnológico de Monterrey. Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey

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