Justicia para Manuel

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Adrián SALAZAR


Diciembre 01, 2017

Sin duda alguna, los antorchistas estamos molestos. La rabia que nos invade es mucha: directamente proporcional a la incapacidad de las autoridades gubernamentales para hacer valer el Estado de Derecho, las leyes que engendra nuestra Constitución, para impartir justicia. Porque no aplicar la ley de forma pronta y expedita se convierte en un acto de injusticia absoluta, y eso es, precisamente, lo que el estado de Puebla está gestando: una injusticia más en contra del pueblo pobre y organizado en las filas del Movimiento Antorchista al no detener a los autores materiales -plenamente identificados- del asesinato de nuestro compañero Manuel Hernández Pasión, quien fuera acribillado por las balas asesinas del cacicazgo de la Sierra Nororiental, que se opone al progreso y al desarrollo de los pueblos. Eso es lo que representa Huitzilan de Serdán: trabajo organizado, superación, evolución.

Sin embargo, pese a que, como hemos dicho en reiteradas ocasiones, la Fiscalía General y la Secretaría General de Gobierno tienen pleno conocimiento de la identidad de los perpetradores materiales de esta infamia, a más de un mes de los hechos no han movido un solo dedo para aplicar la ley, es decir, con su nulo actuar están consintiendo y hasta dando "manga ancha" para que este tipo de acciones se repitan en contra del antorchismo. Podrán dar mil y una excusas, pero en los hechos, esa es la realidad.

Por esta razón, los antorchistas hemos iniciado una campaña de denuncia pública para exigir, de forma pacífica, que el gobierno cumpla con su labor. El malestar es profundo y los gritos de justicia no se han hecho esperar. Miles de mujeres y hombres buenos han salido ya a la calle a protestar contra la inacción que denotan las instituciones involucradas en este caso. En más de 10 de las principales ciudades del estado se han realizado cadenas humanas. Pero la lucha se intensificará y, en caso de ser necesario, nuestros hermanos de lucha no dudarán en sumarse a nuestra causa para elevar esta denuncia a nivel nacional.

Ahora bien, el panorama social en nuestro país no es alentador para nadie. De acuerdo con el "Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) con el mes de octubre van siete meses en 2017 en los cuales se rompe la barrera mensual de los dos mil casos registrados de homicidios dolosos", colocando así al 2017 como el año más violento de los últimos 20". Y muy seguramente casi en su totalidad quedaran archivadas las carpetas de investigación, pues sabemos cómo "se las gastan" nuestras autoridades. Esto es síntoma de descomposición social y de que la gente está ávida de un cambio, uno que le permita trabajar en condiciones óptimas para que pueda proporcionar una vida con decoro a su familia, una vida que le permita alimentar no sólo el cuerpo, sino el espíritu también. Pero todo parece indicar que las cúpulas del poder están empeñadas en confinar a los alrededor de 100 millones de mexicanos que viven en pobreza a una vida de podredumbre.

Entonces, cuando alguien de ese pueblo marginado al que le han estrujado la vida, al que le han infamado el lecho y le han pagado la honra con mezquino mendrugo -como dijo Mediz Bolio-, se atreve a ponerse al frente de sus hermanos de clase, vemos lo que le sucede. Los verdugos del pueblo no dudan en hacer callar esa voz que es faro en la oscuridad de una vida de miseria para poder seguir aprovechándose de la vitalidad de los hombres buenos para continuar engordando sus insaciables deseos de atesoramiento material a costa de la vida de los otros. Todo sea por mantener la explotación del hombre por el hombre, ¡vaya ignominia!

Y en este tipo de situación, precisamente, donde hombres buenos y nobles como Manuel Hernández Pasión encabezan a sus hermanos de clase en una lucha por transformar su realidad. Esta lucha ha costado cientos de vidas inocentes a Huitzilan para salir de su atraso y marginación. Manuel luchó para que los huitziltecos tuvieran una vida mejor; demostró con hechos que ese cambio tan necesario es posible, y eso, le costó la vida. La cuota de sangre que se la ha arrebatado al antorchismo es desde hace mucho exagerada, empero no recularemos. La empresa que nos hemos echado a cuestas la vamos a cumplir. No sólo porque es nuestro reto, sino porque esta terrible realidad convence cada día a más y más personas de que el Movimiento Antorchista es la única opción que tiene para que pueda vivir mejor y dignamente. Para muestra un botón: el pasado 12 de noviembre, tan sólo de la zona metropolitana, se reunieron 100 mil antorchistas, 100 mil almas dispuestas a luchar por transformar este país y heredarles a nuestros hijos una patria más justa y equitativa, justo como lo hizo Manuel.

Por tanto, con la razón que nos respalda y la fuerza que somos, pedimos, de forma respetuosa pero enérgica, que las autoridades responsables de impartir justicia cumplan con su trabajo. Sólo les pedimos una cosa: justicia para Manuel. Su asesinato no es un número más en la estadística del SESNSP porque quienes no mataron no son enemigos personales, son enemigos del progreso, por tanto, es una agresión abierta al Movimiento Antorchista Nacional y todos los que en él militamos porque Manuel supo materializar los ideales de nuestra organización, supo cómo defender a los indígenas huitziltecos y la vida se le fue en ello, por tanto, es obligación de todos los antorchistas no cejar en esta lucha hasta que se le haya hecho justicia. Es lo menos que podemos hacer para honrar su memoria. Y a esos que creen que con las balas podrán congelar el tiempo para perpetuar sus abusos que satisfacen sus mezquinos intereses, les advertimos que llegará el día en que el pueblo no envilecerá de miedo soportando al verdugo. Ni lamerá como un perro la mano que lo ata. Hará pedazos los grillos y… entonces será responsabilidad única y exclusiva de quienes, teniendo la oportunidad y obligación de dar solución a graves problemas, prefieren actuar con indiferencia. Podrán cortar todas las flores, pero no detener la primavera.

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