Fortalecer una cultura cívica para el desarrollo social

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Adriana Amozurrutia Elizalde


Diciembre 03, 2017

En estos días algunos alumnos reportaron sus experiencias al ir a colaborar a instituciones de asistencia social en Cholula, sus comentarios fueron esperanzadores: tenemos que hacer algo, deberíamos hacer algo. La esperanza está en la toma de conciencia de una realidad social. Ellos pudieron admitir que hay una distancia enorme entre los jóvenes que estudian en el nivel de educación superior y los que no lo hacen, ellos reconocieron el privilegio que reciben de la sociedad y, por lo tanto, el compromiso que adquieren con ella.

Se sensibilizaron ante la educación deficiente que recibe un gran porcentaje de niños. Entre las observaciones que hicieron estaba, que los niños no mejoraban sus habilidades para responder problemas simples, los más pequeños mostraron las mismas competencias que los más grandes. También notaron desmotivación en los niños para aprender.

Ante esta desigualdad social, ante la enorme distancia que existe entre unos mexicanos y otros, donde la mayoría desconfía de los políticos y de la política: tenemos que hacer algo, dijeron ellos.

Pero no podemos esperar a que "se haga", solemos esperar a que las cosas se resuelvan desde afuera; y es tiempo de tomar las riendas y promover una cultura cívica de participación, congruente con el sistema político democrático, promover valores y actitudes que lleven a las personas a informarse sobre las necesidades sociales, a involucrarse de manera activa y corresponsable con el desarrollo y el bienestar social. Fomentar esta cultura cívica, donde el beneficio de todos se prime sobre el beneficio personal.

El riesgo de no hacerlo es enorme; según el Índice de percepción de la corrupción 2016 publicado por Transparencia Internacional, "la corrupción y la desigualdad se refuerzan mutuamente, creando un círculo vicioso entre corrupción, reparto desigual del poder en la sociedad." Si no hacemos nada por participar como sociedad, seguiremos avanzando en la espiral descendente, en este círculo vicioso que nos lleva a una mayor distancia entre unos y otros y a una mayor corrupción.

La participación ciudadana permite equiparar las necesidades del grupo social desde la perspectiva del mismo, son los ciudadanos los más cercanos a los requerimientos sociales. El político, que no usa el transporte público, difícilmente puede dimensionar e identificar las carencias reales de movilidad, la falta de rutas a determinadas zonas, el flujo de personas en ciertas horas, etc. Es el usuario quién puede hacerlo y dimensionar la urgencia de resolverlo: fue claro con el caso de las Cascadas de Agua Azul en Chiapas, para los lugareños era necesario actuar de inmediato, para las autoridades no.

Los ciudadanos debemos encontrar mecanismos de observación que permitan estar al tanto de las decisiones que se toman y de los beneficios que se obtienen o no con estas decisiones. No se puede esperar a que los gobiernos sean eficientes sin que se exija una rendición de cuentas, un examen y revisión de la gestión pública. Para ello, se debe exigir el libre acceso a la información pública.

Todo esto requiere de grandes esfuerzos educativos, que tiene que surgir de las iniciativas de los ciudadanos. Esto refuerza el compromiso social de las instituciones educativas con las familias y con la sociedad, en ellas recae la misión de reeducar a los alumnos para desarrollar esta cultura cívica participativa, consciente de la importancia de reducir la brecha entre unos y otros, para el desarrollo de nuestra sociedad. Pero también demanda involucrar a las familias, que suelen deslindarse de su importante función como formadores. Desde la escuela, segunda fuente educativa, se transmite el conocimiento a los padres, no podemos tener escuelas de medio tiempo, deben ser espacios de continuo aprendizaje y difusión cultural, donde se geste esta campaña de reeducación familiar, donde los mismos padres, junto con los maestros, construyan espacios colectivos de cooperación. "La respuesta es dejar de tratar a los padres de familia como agentes externos o 'externalidades educativas' y empezar a tratarlos como coadyuvantes y corresponsables activos en el aprendizaje de los niños." (Gómez Morín, 2013)

La cultura cívica de acción y corresponsabilidad requiere de la participación de todos.

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https://www.facebook.com/educactiv/AcEd Acción en Educación

*Profesora de cátedra del Tecnológico de Monterrey. Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey.

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