Retroceso en el poder judicial de la federación

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Pablo RANGEL SARRELANGUE


Diciembre 05, 2017

El doce de noviembre del año próximo pasado, el columnista Salvador García Soto, del periódico El Universal, escribía sobre un tema que sacudió a la Suprema Corte de justicia de la Nación, en esa ocasión comenzó su columna señalando: "Pornografía y videos explícitos de contenido sexual en computadoras oficiales, prácticas de maltrato y agresiones físicas contra trabajadores golpeados en extraños rituales, acoso sexual directo y ambiental contra empleados y mujeres, torneos de videojuegos y consumo de bebidas alcohólicas en oficinas públicas en horas laborales".

Relata el columnista que esta serie de actos fueron detectados por la Contraloría Interna de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la comisión de estas conductas se atribuye al exdirector del canal judicial Enrique Rodríguez Martínez, quien coludido con dos subdirectores y algunos otros empleados realizaban un extraño ritual denominado El manto sagrado, que consistía en que a los empleados varones, especialmente a los de nuevo ingreso, se les encerraba en las oficinas y eran cubiertos con una manta negra al tiempo que los sentaban en una silla, los golpeaban y pateaban en diversas partes del cuerpo, realizando afectaciones en sus órganos sexuales.

Sobre las sanciones impuestas a esos funcionarios hasta la fecha nada ha expresado el Máximo Tribunal de Justicia en el país y quizá muchas de estas prácticas prevalecen por el empoderamiento que han logrado ciertos cotos al seno del tercer poder de la federación.

El selectivo fichaje que me dicen vía correo se viene realizando en la mesa XII de la Subsecretaría General de Acuerdos de la Corte, se encuentra vinculado al consabido nepotismo que es práctica común en el poder judicial de la federación, pero además tienen gran incidencia aspectos específicos ligados a la tendencia sexual de quienes pretendan ingresar a los tribunales de justicia de la Federación.

En la Suprema Corte, es ya una tendencia la discriminación por razón de raza, religión y sexo, inciden en esta práctica ministros, magistrados y jueces quienes han dejado de lado la carrera judicial y el intelecto que debe prevalecer para aspirar a mayores cargos dando ahora prioridad a la tendencia sexual y a los vínculos de parentesco o afinidad.

Los viejos intelectos en el Poder Judicial de la Federación son desplazados y relegados por los cotos de poder que con gran facilidad sitúan en los circuitos más cómodos a sus "allegados" aún cuando ello represente un retroceso en la administración de justicia.

La realidad es que detrás de las determinaciones del Consejo de la Judicatura opera una movilidad espermatozoidica de ministros con marcados intereses que además gestionan y acomodan esos intereses por vía de un determinado grupo de visitadores de la judicatura, en realidad nada nuevo, ello ha sucedido siempre, empero, con mayor disimulo y anteponiendo necesidades de servicio, lo cual no acontece ahora.

La Suprema Corte de justicia de la Nación, debe replantear su esquema administrativo pues este incide significativamente en la encomiable labor de administrar justicia, la selección de jueces y magistrados debe transparentarse pues ni están todos los que son, ni son todos los que están.

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