Lunes 11 de Diciembre de 2017

Este 2017 lo recordaré particularmente porque fue el año en el que uno de los maestros de la literatura mexicana se fue. Me refiero a Eusebio Ruvalcaba, quien el 7 de febrero falleció en la Ciudad de México. Hijo de la pianista Carmen Castillo y del violinista Higinio Ruvalcaba, Eusebio tomó por asalto las letras de nuestro país gracias a su novela Un hilito de sangre, quizá la novela por la que mucha gente lo recuerde; sin embargo, este escritor nacido en Guadalajara en 1951, escribió más de una veintena de libros de todos los géneros: novelas, cuentos, ensayo, poesía, teatro.

Esta columna guajolotera tiene la intención de hablar de libros, con especial énfasis en las ediciones, y Ruvalcaba cumple a cabalidad el interés de quien esto escribe. Eusebio era un escritor en toda la extensión de la palabra, alejado de los grandes focos que marean a cualquiera que logre un pequeño éxito, Ruvalcaba logró construir una voz particular entre sus lectores, una voz ondulante, inquieta y curiosa gracias a que nunca estuvo casado con una sola editorial.

De Ruvalcaba podemos criticar su humor ácido, su particular forma literaria de ver a la mujer, su desenfadado estilo para abordar temas incómodos pero jamás podremos criticar la falta de disciplina. Y es que viniendo de hijos músicos, la disciplina la tenía a flor de piel, lo mismo para escribir sus columnas en el periódico El financiero, para escribir sus cuentos o para asistir a su taller de escritura en alguno de los penales de la Ciudad de México, los cuales impartía semanalmente.

El maestro Ruvalcaba era de esos escritores que tocan las fibras más sensibles del alma humana, escritor sin poses, compartido. Por ello es que podemos ver que sus libros están publicados en editoriales grandes pero también en editoriales pequeñas, o en editoriales que quizá ya desaparecieron. Como es el caso de la editorial Nula, del escritor Carlos Bortoni, quien publicó dos libros de Eusebio: el poemario El frágil latido del corazón de un hombre (2006) y la novela Los ojos de los hombres (2008). Fue la disciplina la que le hizo ganar en 2004 el Premio Internacional de Cuento Charles Bukowski de la editorial Anagrama, y fueron las ganas de compartirse con sus amigos las que lo llevaron a publicar el poemario Mariana con M de música (Los bastardos de la uva, 2011) y la reedición de Desde la tersa noche (edición conmemorativa Nitro Press, 2013).

La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla no estuvo exenta de publicar un libro de Eusebio: Las jaulas colgantes. Integrado por 50 sonetos, el libro fue publicado en 1997 y los ejemplares, curiosamente, se agotaron este año. Los sonetos tratan temas monstruosos, en los que se siente cómo se desgarra la piel, cómo se rompen los huesos y las cavidades del cuerpo humano se llenan de inmundicias.

Ruvalcaba sabía cómo imprimir terror en sus textos, estudioso de la belleza en todas sus formas, descubrió que en la ingeniería de los instrumentos de tortura se encontraba el germen de un acto poético:

 

El aplastacabezas

Una vez colocada la barbilla/de la víctima en la barra inferior,/se deslizaba el casquete hacia abajo/girando la mariposa de izquierda a derecha. El efecto era instantáneo:/con mesura, los alveolos dentarios/se destrozaban cual nueces maduras,/enseguida crujían las mandíbulas por lo que la boca del inmolado/se colmaba de astillas de marfil/y nacarados filamentos de hueso.

Por último, el cerebro se escurría/por la cavidad de los ojos y entre los afilados fragmentos del cráneo.

Los sonetos de Ruvalcaba no son al estilo de los sonetos del siglo XVI (dos cuartetos, dos tercetos, versos endecasílabos, rima consonante perfecta) pero maravillan por el conocimiento de los instrumentos de tortura y por la forma tan natural de acercarse a un acto terrible.

En la cuarta de forros, Alejandro Meneses escribió: "Los instrumentos de la pena han arrancado al hombre la lengua, no la palabra".

Es una lástima que este libro no se reedite. Por eso extrañamos tanto a Eusebio.

Las jaulas colgantes de Eusebio Ruvalcaba (1997). Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México.