El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación. Otto Von Bismarck Inicia el 2018, y con éste, un importante año para la vida política de los mexicanos, que es necesario pensar en términos de los retos que implicará por la situación que se vive en el país actualmente. Para ello, debemos analizar cómo cerramos el ciclo anterior y revisar los asuntos de interés público pendientes y urgentes de atención, los cuales, podemos dividir entre los incontrolables y los controlables por parte del gobierno mexicano. El 2017 fue un año lleno de adversidades políticas, económicas y sociales, sobre las que podemos identificar en primer lugar las que no podían evitarse, pero que el gobierno mexicano debió enfrentar en este periodo, destacando: - La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos y su forma de hacer política, particularmente en contra de México, caracterizada por un liderazgo agresivo, hostil y regresivo, contrario a un régimen democrático, a la globalización y a la integración regional. Acontecimiento incontenible para nuestro gobierno frente a la clara incapacidad de negociación política en temas cruciales como la política migratoria o las relaciones comerciales con nuestro vecino del norte.
- Los sismos del 7 y el 19 de septiembre fueron hitos que marcaron la vida pública del país. No sólo por la magnitud del desastre natural en diversos estados de la república mexicana, cobrando la vida de cientos de personas, sino por la capacidad de resiliencia de los mexicanos para salir adelante con o sin la intervención de los distintos niveles de gobierno (representados por cualquier partido político en el poder que fueron rebasados por el problema que se les presentaba y la insatisfecha demanda social de ese momento).
En segundo lugar, el año que termina, también nos debe hacer reflexionar sobre otros conflictos, que a diferencia de los que no estaban bajo control de nuestro gobierno, sí se pudieron haber evitado: - En materia económica, 2017 comenzó con la urgencia de tomar medidas difíciles en lo referente a la liberación del precio de las gasolinas, que, de no haberse asumido, el gobierno federal hubiera enfrentado una crisis mayor de finanzas públicas y de macroeconomía, ante la caída de la producción petrolera nacional. Sin embargo, este problema sí se pudo haber evitado no sólo desde el 2012, sino desde varios sexenios anteriores en que esta decisión se fue postergando para evitar el costo político que esto representaría para el Presidente de la República en turno. Medida antipopular, inoportuna tal vez, pero necesaria para la estabilidad económica; aunque quizás hubiera sido más efectiva si el gasto corriente del gobierno federal hubiera sido consistente con la política de austeridad anunciada por el presidente, que supuestamente acompañaría a la eficiencia del gasto público en medio de la crisis política frente a esta decisión. Aunado a un ambiente económico marcado en este sexenio por una baja tasa de crecimiento que se debe en buena parte a la falta de inversión pública en infraestructura, la más baja en seis años.
- En lo político, el año pasado estuvo marcado por diversos escándalos de corrupción, como el socavón del Paso Exprés de Cuernavaca; el desvío de recursos que reveló la Estafa Maestra al involucrar a diversos actores sociales (universidades públicas, gobiernos y empresarios en un millonario fraude); las tácticas de clientelismo político en las elecciones locales pasadas; y, las redes de corrupción de los gobernadores de varios estados del país. Una vergüenza absoluta que afecta a todos los partidos políticos por igual, cuando de acceder al poder y al dinero público se trata. Problemática en la que no se avanzó e incluso se agravó, aunque debe reconocerse que ésta no se reduce al gobierno federal porque está en todas partes y no hay candidato cuyo partido resista la prueba de la corrupción.
En este mismo sentido, ha sido lamentable la afectación que han sufrido nuestras instituciones en distintas materias: combate a la corrupción, electoral, y de procuración de justicia, frente a la incapacidad de hacer política, de negociar y de llegar a acuerdos de nuestros representantes políticos para nombrar a los responsables de implementar políticas públicas en estos temas; en resumen, no han podido gestionar los conflictos sociales nuestros legisladores en el Congreso, y tampoco sabemos si podrán en lo que resta de la actual legislatura. Desafortunadamente, han prevalecido los intereses particulares o partidistas, por encima del interés o el bien mayor, como pudimos observar con la promulgación de una Ley de Seguridad Interior que no atendió la demanda social de revisarla a profundidad y discutirla lo suficiente para evitar más problemas. - En lo social, el 2017 fue un año particularmente duro para ejercer el periodismo en México, debido a los ataques contra periodistas en diversos estados del país, con graves consecuencias y la pérdida de más de 30 vidas humanas de los reporteros que resultaban incómodos para las redes criminales, ocasionando esto fuertes críticas de la comunidad internacional al Estado Mexicano en materia de derechos humanos y de libertad de expresión. Situación que implicaba una intervención clara y contundente de parte del gobierno mexicano no sólo para prevenir este problema, sino para investigar y sancionar los casos denunciados, a fin de frenar la impunidad de estos crímenes que atentan claramente contra nuestra democracia.
- El crecimiento de la violencia en nuestro país ha sido un problema que se pudo haber controlado si no se hubiera persistido en una estrategia de combate al crimen organizado que no ha dado resultados ni los dará probablemente en los once meses que están por venir. Los homicidios dolosos rebasaron los 38 mil en lo que va del sexenio y esto nos hace pensar que al cierre de la administración este tema será más que preocupante. Y de feminicidios ya ni hablamos porque parece que este problema no existe para algunos gobernadores que aún no lo tienen incorporado en su agenda de gobierno para prevenirlo y erradicarlo.
Algunas reflexiones Ante la evidente ineficacia de las políticas públicas de nuestro, es una realidad latente la nueva masa crítica de ciudadanos digitales que hay en el país y que hoy más que nunca, a través de sus redes sociales no solo están opinando, sino emitiendo sus propias sentencias respecto al actuar de los partidos políticos y funcionarios; lo que veremos reflejado en las urnas el próximo 1 de julio. En este contexto de malestar social, el panorama para la economía mexicana en el 2018 enfrentará probablemente un ciclo político por al menos tres factores de incertidumbre que afectarían el rumbo del país: 1) Quién será el próximo presidente, 2) Si hay o no TLCAN, y 3) El entorno global, particularmente el concerniente a la política estadounidense. Esto significa que el país se encuentra en un contexto de volatilidad, por lo cual, actuar con prudencia y equilibrio será el gran reto para quienes aspiren a representar a sus electores en el siguiente sexenio. La pregunta que está en el aire, frente a estas difíciles condiciones, es si la persona que ocuparía el cargo de Jefe de Estado y Jefe de Gobierno en el 2018 estaría a la altura de estas circunstancias. *Profesor de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey |