28 de Enero de 2018 |
A partir de 2006 se institucionalizó que los días 28 de enero se reconozca a nivel internacional, el día de la protección de los datos personales, gracias a la iniciativa del Comité de Ministros del Consejo de Europa, con la finalidad de que los ciudadanos identifiquen la necesidad de proteger y tratar de manera adecuada, sus datos de carácter personal. La importancia de identificar cuáles son los datos personales en lo general, así como aquellos clasificados como "sensibles" por colocar en posibilidad de vulneración, discriminación y peligro a cualquier individuo, no debe limitarse a un sólo día, sino convertirse en una invitación para que ciudadanos, empresarios, servidores públicos y cualquier que llegue a vincularse con los datos personales, los trate con responsabilidad, protegiendo la confidencialidad y fomentando mejores prácticas entre quienes comparten su información personal con terceros. México ha dado uno de los pasos más importantes en esta materia con el reconocimientos y creación de un ordenamiento jurídico que regula el tratamiento de los datos personales en el sector público federal, estatal y municipal así como en el privado, con la entrada en vigor de la Ley General de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados, ordenamiento en el cual están las bases, principios y procedimientos para garantizar el derecho a su protección. La primera necesidad tras la aprobación de La ley fue que en los Congresos locales se armonizaran y crearan leyes ad hoc con la regulación general, así como la necesaria participación de los representantes del Ejecutivo para elaborar políticas públicas enfocadas a la legislación. De acuerdo con información del INAI, durante 2017, veinticuatro Estados de la república modificaron sus disposiciones y ordenamientos para robustecer lo dispuesto por la normatividad nacional, mientras que los demás, como por ejemplo en el caso de Veracruz y Oaxaca, se aplicará directamente la legislación general. Toda nuestra información personal tiene un valor económico, por lo que puede llegar a representar en cierta medida, un riesgo si cae en manos equivocadas. Los más sensibles son aquellos que pueden afectar la esfera más íntima de cualquier individuo, por ejemplo, los que permitan identificar el origen racial o étnico, el estado de salud, la información genética, las creencias religiosas, opiniones políticas o de preferencia sexual. La vulneración o manipulación de dichos datos pueden suceder en situaciones tan simples como aquellas generadas por particulares o empresas con fines comerciales; tal es el caso de los datos concentrados por instituciones bancarias, empresas de telefonía e incluso tiendas departamentales. Otro escenario de riesgo para los datos personales ocurre con fines más complejos, como los electorales; en un caso específico, la comercialización del padrón electoral generado por el Instituto Nacional Electoral, mismo que pudo ser identificado como sujeto de compra venta en portales electrónicos en el extranjero, como se denunció en 2016, cuando se vulneraron los datos personales de 93 millones de mexicanos. Ocurrió también cuando los sujetos obligados en materia de comunicación telefónica incumplieron en 2010 con el criterio de confidencialidad, pues por disposición oficial las líneas de telefonía móvil en México debían ser registradas en la base de datos Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (Renaut), en la cual más de 98 millones de personas proporcionaron sus números telefónicos, así como su Clave Única de Registro Poblacional (CURP) para alimentar esa base de datos, misma que a los pocos meses de ser generada ya se encontraba a la venta, lo que tuvo como consecuencia que la Secretaría de Gobernación en 2012 destruyera todos los registros en Renaut. Si bien es cierto que en México tenemos legislación, incluso reconocida a nivel internacional, las prácticas y modelos en los que gobierno y empresas poseen nuestros datos personales deben ser evaluados para tener la capacidad de adaptarse al contexto nacional y globalizado en que vivimos; así como invertir en mayor difusión y educación para replicar buenas practicas que permitan a los ciudadanos prevenir y proteger su intimidad y personalidad.
*Académica e investigadora |