Martes 30 de Enero de 2018 |
Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política Max Weber Para los tiempos que estamos viviendo en el país, en medio del periodo de las precampañas del proceso electoral federal y el inicio de los comicios locales, es oportuno abordar un tema que no es menor para la vida política de este país. Y este se refiere a las cualidades y capacidades de los aspirantes a un cargo de elección popular en el 2018, quienes pretenden tomar decisiones colectivas y gastar el dinero público. Acceder al poder, ejercerlo y mantenerlo es una tarea vital para la organización política de los seres humanos; actividad que ejercen en un Estado hombres y mujeres para el bien común. Sin embargo, no todos tienen los mismos propósitos, intenciones o intereses respecto a su participación en la política. Siguiendo a Max Weber (1919), puede verse a la política como una profesión a partir de dos perspectivas que pueden incluso ser hasta un dilema para quien quiere dedicar su vida a ella:
En este orden de ideas, considero que ambas perspectivas de la política como profesión no son necesariamente excluyentes; es decir, los políticos pueden vivir de la política y vivir para la política, si bien, se puede poner en riesgo la conducción de un Estado, de su gobierno, si no se tiene un punto de equilibrio entre ambas, pues para gobernar se requiere además de un mínimo de conocimientos, integridad pública y vocación para servir a los demás. En ese sentido, la ausencia de finalidades objetivas, principios, convicciones y la falta de una ética de la responsabilidad amenazan la posibilidad de que la política la ejerzan políticos de tiempo completo, con verdadera vocación. Tener políticos que vean a la política como una actividad ocasional, improvisada, banal, que puede hacer cualquiera, es un gran riesgo. Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para consecución de otros fines (idealistas o egoístas) o al poder por el poder. El reto será identificar qué es lo que representa cada uno de los aspirantes a cualquier cargo público en las próximas elecciones. La política es el arte del buen gobierno y los políticos deberían ser vocacionales y estar al servicio del bien común, pero esto parece que no es una regla en nuestro país, lo cual hemos visto en los últimos meses al interior de los procesos internos de los partidos políticos y las coaliciones que se han formado básicamente para acceder al poder o mantenerlo, haciendo a un lado su identidad partidaria, principios y valores que no necesariamente comparten, pero que tienen que sacrificar a fin de competir por el derecho de mandar en la sociedad. Pareciera que se ha perdido el sentido de comunidad y de vocación política; por ello, como nunca antes, la política necesita del compromiso vocacional de los políticos. Además, debemos pensar en la importancia de que haya conocimientos al servicio de la sociedad; el país requiere políticos que estén capacitados en la profesión de más alta responsabilidad en el país. Es tan importante saber del arte de la política y la administración pública, como de la aeronáutica o el aeroespacio, si lo que se quiere es ir a la luna. Gobernar no es nada que todos puedan hacer ni mucho menos cualquiera. Si así fuera todo en la vida, cualquier ser humano podría sacar muelas, hacer edificios o sacar petróleo del subsuelo. Hay que saber para decidir lo público, y esto implica disciplina y conciencia de sus implicaciones. En conclusión, yo sugeriría que en estas elecciones nos demos un tiempo para buscar a los políticos profesionales que requiere México. @floresm_mxinfo@reconstruyendociudadania.org*Profesor de Tiempo Completo del Tecnológico de Monterrey |