Investigaciones incompletas en el Poder Judicial local y federal

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Pablo RANGEL SARRELANGUE


Febrero 01, 2018

Las muestras de poder y control que el nuevo presidente del Tribunal Superior de Justicia se ha propuesto mandar, no son sino sólo eso, desde luego, traducidas propiamente en una búsqueda de absoluto respeto a sus determinaciones.

La limpieza que se dice hará el maestro Héctor Sánchez Sánchez, al seno del tercer poder en la entidad, corresponde a la búsqueda de dineros y plazas cuya intención tendrá un fin específico que no propiamente repercutirá en beneficio del Tribunal Superior de Justicia.

El magistrado Héctor Sánchez Sánchez, conoció perfectamente desde su anterior posición en el Tribunal, que jueces y magistrados litigan a ultranza del cargo conferido, quienes además, se integran propiamente en una mafia para ejercer el poder en beneficio de ciertos despachos de abogados, también tomó conocimiento de magistrados incapaces técnicamente en su encargo y supo de jueces que en determinados distritos judiciales solo asisten a despachar dos veces por semana.

Atento a lo que cito en líneas anteriores habrá que recordar al nuevo presidente del Tribunal, por vía de la célebre frase de don Porfirio Muñoz Ledo, "que las escaleras se barren de arriba hacia abajo", pues de lo contrario se corre riesgo inminente de que la basura regrese, dicho en otras palabras, la limpieza debe ser integra y no sólo en el plano administrativo, ello desde luego, considerando en el fondo la verdadera función del Poder Judicial.

Los movimientos recientes de dos jueces, se traducen simplemente en quitar la manzana putrefacta de una caja para trasladarla a otra, esto es, un paliativo, una simple aspirina frente al cáncer que padece el Poder Judicial en el estado. En cierta ocasión hablando el suscrito con el secretario particular del particular del ex presidente Flores Toledano, me refirió que normalmente todos los procedimientos legales contra jueces los perdían por vía de amparo y que ello simplemente se traducía en una pérdida de tiempo, esta manifestación se trató de la más absurda escusa que pude haber escuchado.

Al ex presidente Toledano, propiamente ya se le conocía como "el presidente de los moches", mismos que se recibían para otorgar distritos judiciales atractivos económicamente, cercanos y de gran comodidad para quienes ejercen la encomiable tarea de juzgar, en el mismo orden se otorgaba inamovilidad en la capital del estado a determinados jueces y a los denominados jueces de oralidad se les convirtió en las eminencias del sistema penal adversarial y así surgieron ministerios públicos que después haber tomado un curso y previo moche, se convirtieron en jueces o juezas de control, algo inaudito, pero que bueno hoy se encuentran administrando justicia sin el menor conocimiento a las garantías individuales. Lo expresado se sostiene propiamente en el expediente personal de estos jueces, los cuales están cercanos a las manos del maestro Héctor Sanchez Sánchez.

Ciertamente cercanos fueron los tiempos en los que el Poder Judicial de la federación operó en favor incluso de un juez del fuero común que hoy ha sido enviado a tierras Teziutecas pero que había sido cesado en sus funciones, sin embargo, pareciera que la suerte de lo principal la siguen lo accesorio pues en la federación también se cuecen habas. En efecto en diversas ventanillas de informes del Poder Judicial de la Federación se lee la llegada de una visita de inspección a un sólo tribunal federal, omitiendo observar el Consejo de la Judicatura Federal que aquí, opera toda una red de jueces y magistrados federales, esto es, las culpas que hoy se atribuyen tan sólo al magistrado Carlos Loranca Muñoz, inciden en otros servidores públicos federales que no son investigados.

La reciente reunión del magistrado visitador Eligio Nicolás Lerma, con algunos periodistas para obtener datos específicos del magistrado Loranca Muñoz, es quizá una muestra de lo poco que se conoce en el Consejo de la Judicatura sobre el Sexto Circuito del Poder Judicial de la federación, sin embargo, no a todos los servidores públicos del Tribunal donde laboraba el magistrado Loranca, debe tratarse como delincuentes pues hay oficiales judiciales y secretarías que simplemente acataron órdenes superiores y tampoco en todos los tocas de apelación donde se revocaron sentencias existido complicidad o arreglos contra la sana administración de justicia, lo verdaderamente relevante es conocer cómo opera la red de corrupción en el citado circuito y hasta donde trasciende esta con los funcionarios públicos del Poder Judicial local con quienes siempre debe prevalecer una distancia necesaria.

De ninguna manera pretendo hacer leña del árbol caído, pues ahora más que nunca podrá evidenciar el magistrado federal investigado que aquellos tiempos de francachela y de grandes comilonas a las que asistían castas privilegiadas eran simplemente reuniones de "intereses", pues si hoy busca un amigo tendrá que hacerlo en la oscuridad, con una lupa, linterna y dentro de un inmenso pajar.

Rescatar a la administración de justicia del abismo de la perdición no es precisamente por vía de una supuesta limpieza o una visita de inspección, tiene que ver directamente con la selección de talentos probos, con una constante insaculación de jueces y magistrados que hoy se encuentran sujetados a la inamovilidad, misma que siempre he sostenido no la otorga el cargo si no la firmeza y pulcritud de las resoluciones que se emitan, cuanto más que la rotación de jueces y magistrados es sana y destructora de interés.

 

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