Por la cuarta transformación de la República

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Miguel Barbosa Huerta


Febrero 02, 2018

Todas las naciones enfrentan momentos fundacionales. Momentos en los que el viejo orden y las instituciones que lo sostienen comienzan a tambalear y se presentan cada vez más ajenas a la sociedad que dicen gobernar. Nosotros hemos vivido varios de esos momentos: ocurrió en la Independencia, en la guerra por las Leyes de Reforma o, más recientemente, durante 1968 o las transformaciones de la década de 1990. Son momentos estelares en los que la sociedad renace para retomar el rumbo de la República.

Durante esos momentos, las instituciones que dicen gobernar dejan de representar verdaderamente a la sociedad y surge un conflicto profundo de legitimidad. Pocos podrán negar que en México vivimos una crisis social profunda y otra crisis de legitimidad, igualmente, insondable. A pesar del pesimismo actual, estoy seguro de que 2018 será uno de estos momentos estelares en los que refundaremos la República y sus instituciones.

La década de 1990 fue la última transformación del régimen en el que pasamos de la hegemonía priista a la hegemonía de las burocracias partidistas. Si antes el rumbo del país lo dictaba un único partido, hoy, nuestro futuro lo pretenden dictar burocracias enquistadas en el PAN-PRD y el PRI. Es natural que en una República existan partidos; sin embargo, en México, estas burocracias se han arrogado privilegios y se han puesto por arriba de la sociedad. PAN y PRD tenían la encomienda en 2000 de fortalecer la democracia mexicana y crear una verdadera transición. En vez de mayor democracia, imitaron las peores prácticas del PRI.

Los resultados de la partidocracia que se cree superior a la sociedad los vivimos todos los días: corrupción rampante, delincuencia imparable y una clase política indolente. Las elecciones de 2018, como sucedió en el 2000, parecen configurarse como una lucha entre la permanencia de la partidocracia y una transformación profunda de la realidad mexicana. La primera opción que representa el statu quo es personificada por Anaya y el frente. PAN y PRD, antiguos rivales y ahora vaciados de una verdadera militancia, se han unido para conservar los privilegios de los que han gozado desde hace dieciocho años. Esos privilegios los encarna la pretensión de Moreno Valle de crear una dinastía y de tratar a Puebla, un estado libre, como su propiedad. La transformación es el proyecto que está construyendo AMLO: un proyecto de nación amplio, que incluye a todos los sectores de nuestro plural país.

No dudo de que el PRI, ahora rezagado a un cada vez más lejano tercer lugar, negocie una alianza con PAN y PRD para evitar cualquier cambio. Decir que 2018 será un año de transformación no es soberbia, sino necesidad: México requiere de un cambio; la situación actual es insostenible. Claro, la transformación de la República no será de un día para otro, y sólo será verdadera si proviene de la sociedad. Por eso, la transformación no es una persona o un líder, sino una fuerza social Estoy seguro de que 2018 será un momento estelar, será el momento del cambio en el que los mexicanos recuperaron lo que por derecho les pertenece: la República.

@MBarbosaMX

* Senador de la República

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