Pobre plaza México

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Jaime OAXACA


Febrero 05, 2018

"Quienes les digan que vivimos en un país que está en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando", afirmó el presidente de México Enrique Peña Nieto ante un numeroso grupo de soldados y marinos mexicanos en marzo de 2017.

"Quienes les digan que la tauromaquia mexicana está en crisis, crisis es seguramente lo que pueden tener en sus mentes, porque no es lo que está pasando, afirma, aunque no con palabras, la tauromafia de México.

Las frases, tan fuera de cacho como el julipié, son las que nos repiten los dueños de México y de la tauromaquia mexicana en un absurdo afán de tapar el sol con dedo. Tanto el país como su tauromaquia, se desmoronan.

Hieren porque no sólo es la intención de engañar, sino que además nos tratan como si fuéramos retrasados mentales, no deja de ser una agresión a la inteligencia de mexicanos y taurinos.

La bochornosa corrida del pasado domingo en la plaza México, uno de los dos festejos del aniversario 72 del coso más grande del mundo, sólo es la punta del iceberg.

Esas corridas de aniversario, tan ruidosamente cacareadas como uno de los logros de Rafael Herrerías, han sido pachangas en su mayoría, excesos de premios, festejos presididos por jueces de plaza, quienes parecen ser empleados de la empresa; por supuesto, todo solapado por la prensa encubridora.

La característica principal de esos festejos es el glamur, caras conocidas, gente de la política, comunicadores famosos, aristas, cantantes, hasta arzobispos, acomodados en las barreras de sombra. Mucha gente asiste porque es una fecha mediática; los menos, pero también asisten buenos aficionados.

Aunque la de aniversario se anuncia como corrida de toros y se presume que es de las importantes del calendario taurino del mundo, no es obstáculo para que se conviertan en parodias. Rara vez aparece el auténtico toro en el ruedo, por el contrario, predomina el animalejo de escaso trapío, de cornadura pequeña, quizá roma, de ganaderías con poco currículum de bravura, la flexibilidad en el reglamento se hace vigente y, casi siempre, teniendo como partícipes principales a toreros extranjeros.

Esos extranjeros imponen condiciones cada vez más abusivas, las empresas mexicanas incapaces de hacer valer su dinero se someten.

Los resultados que actualmente tenemos de una fiesta de toros bravos, es un espectáculo sin toros, sin bravura y en la mayoría de los casos la fiesta se ha convertido en pachanga.

Desde hace un mes se anunciaron dos corridas para el aniversario número 72 de La México. La primera con toros de Teófilo Gómez para el mano a mano entre El Juli y Sergio Flores. Lo predecible se cumplió. Los Teofilitos, como despectivamente se les dice en el medio, fueron reses sin trapío, sin una pizca de bravura. La gente se molestó, abroncó aunque sin mucha fuerza. El día que los aficionados armen una bronca que asuste a los empresarios, cambiaran las cosas.

Fue vergonzoso lo que escogió El Juli por medio de su apoderado y sus veedores, sin importar que se trataba de novillos, la empresa los compró. Llegaron los Teofilitos al coso cumpleañero y el juez de plaza los aprobó.

La corrida resultó un verdadero fiasco, ninguno de los seis de Teófilo Gómez se salvó. La gente estaba furiosa. El Juli que es una chucha cuerera anunció el regalo de un toro, Sergio no se dejó ganar la pelea y obsequió otro. Evidentemente, la prensa lisonjera sólo habla de lo maravilloso de los toros de regalo olvidándose de los seis de lidia ordinaria.

Alberto Bailleres y Javier Sordo Madaleno, empresarios de la plaza México, están haciendo un papel pésimo, su prestigio y credibilidad está por los suelos. Urge que lo solucionen.

No es justo lo que están haciendo con el coso más grande del mundo. Ignoro si está en sus planes demolerlo, al menos taurinamente ya lo están haciendo.

 

Pobre plaza México.

 

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