Cambios en el Tribunal Superior de Justicia, ¿cuáles?
Roberto Flores Toledano es ahora el flamante presidente de la Comisión de Disciplina de Consejo de la Judicatura en dicho tribunal
La apariencia que se trató de dar con el relevo de Héctor Sánchez Sánchez, como presidente del Tribunal Superior de Justicia, fue de una limpia al interior del Poder Judicial en el estado, incluso así se trató de hacer creer a varios comunicadores que llegaron a situar al actual presidente como el paladín de la justicia. Nada, resulta que el anterior presidente del Tribunal, Roberto Flores Toledano, es ahora el flamante presidente de la Comisión de Disciplina de Consejo de la Judicatura en dicho tribunal. Quien indisciplinó a jueces y magistrados del TSJ, con su actitud tolerante y abiertamente permisible a la corrupción, es ahora el mismo que recibirá quejas y denuncias contra dichos servidores públicos, y además incidirá en el análisis de responsabilidad administrativa que corresponda con motivo de dichas quejas. Resulta incuestionable la existente red de intereses que permea el morenovallismo en Puebla, con dos servidores públicos como el fiscal general en el estado y el magistrado Roberto Flores Toledano, los intereses que atan totalmente a la corriente morenovallista, con estos dos servidores públicos sólo los conoceremos públicamente con el pasar del tiempo, pues por el momento son ya más de ocho años sin que los poblanos visualicemos el fondo de la olla, sin que me restrinja a decir que esta corriente política se perfila por seis años más. En apariencia la posición que se ha otorgado a Roberto Flores Toledano pudiese ser poco relevante, sin embargo, habrá que analizar ¿por qué dicho magistrado no pasó a integrar sala?, ¿acaso por su lejanía al conocimiento técnico jurídico? O más bien porque desde dicha posición le será fácil al maestro Víctor Antonio Carranca Bourget seguir operando el tribunal, teniendo como base la conducta chantajista para con algunos jueces que en materia penal tienen una gran cola que les pise. Es indudable que durante el tiempo que se mantenga en el poder el grupo morenovallista, en materia de impartición y administración de justicia, ningún cambio será real. La estadía de Héctor Sánchez Sánchez al frente del Tribunal Superior de Justicia, como ya he dicho en anteriores entregas, será efímera comparada con el tiempo que permaneció su antecesor, hoy flamante encargado de disciplina en el TSJ. Por cierto, con gran diligencia opera el grupo de jueces y magistrados a los que les congratula la amistad con Javier López Zavala, pues añoran el regreso priista, ¿y qué creen?, este grupo de jueces y juezas es el que acostumbra a dejar su cola al entrar a las oficinas de la Fiscalía General, es decir, aquellos que son presa del chantaje en la administración de justicia, esos que por el rumbo de Xilotzingo crearon hasta un pequeño campo de golf en su mansión o aquellos que plácidamente disfrutan los fines de semana en el selecto club de golf "El Cristo", o los que por el rumbo de la Calera o Zavaleta, esconden sus grandes colecciones de vehículos. Realmente disciplinar a los integrantes del Poder Judicial en el estado es tarea fácil, simplemente se requiere de voluntad para y de una absoluta desvinculación de interés con aquellos a quienes tienen responsabilidad de supervisar. El entretejido de redes de corrupción al interior del Poder Judicial es bastante amplio y no se visualiza, detrás de un escritorio, una forma de contener este cáncer es por vía de las visitas impredecibles tomando conocimiento en el acto de la estadía o no del juzgador en su juzgado, del secretario en su respectiva actividad y escuchando al ávido de justicia. Es momento de decir basta a las visitas donde en los distritos judiciales se dispone del mejor lugar para que coma el visitador a costa de un reducido grupo de abogados postulantes con quienes se crea un vínculo de intereses. No es posible que a unos minutos de la capital haya jueces que llegan a su empleo en estado inconveniente y son encubiertos por su personal a cambio tan sólo de que ese personal disponga propiamente del juzgado y lo opere, de forma tal que la dadiva sea el mecanismo indispensable para que funcione el engranaje. La impartición y administración de justicia sigue por los suelos. Nada ha cambiado; agentes del Ministerio Público que le tienen más miedo a un corrupto coordinador que a la sociedad que les cubre su salario. Agentes del Ministerio Público que ven en su actividad burocrática su única forma de sobrevivencia, por ello, poco les importa la relevancia de la autonomía que se requiere para impartir justicia. En el Poder judicial no debe actuarse con la mustiocidad que genera duda, no deben otorgarse nombramientos en lo oscuro de un pleno, porque es precisamente la sociedad la que pagará el salario del incapaz que designe el pleno y corresponde al Tribunal pleno del Poder Judicial en el estado, contener los actos a ultranza que pueda realizar su presidente. No estamos muy lejos de un verdadero cambio y ello parece no ser significativo para los que creen haber comprado Puebla, sin embargo, el detonante social en el país será tal que quizá arrase con las expectativas de quienes hoy se sienten propietarios de la voluntad de los poblanos.
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