Políticas Hambre Cero, Conferencia Regional FAO América Latina

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Alberto JIMÉNEZ MERINO


Febrero 26, 2018

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en América Latina y el Caribe padecen hambre 37 millones de personas, esto es 6 por ciento de la población, cifra sustantivamente menor a los 68 millones que había en el periodo de 199 a 1993.

Más de 80 millones de personas en América Latina no tienen acceso a agua potable y 80 por ciento de esa población son mujeres y niños que dedican hasta 6 horas diarias a buscar el líquido.

Entre los espectros del medio ambiente que amenazan a la Humanidad en el siglo XXI están el calentamiento global, la destrucción de bosques tropicales, la desertificación y la excesiva pesca oceánica pero, la escasez de agua ocupa el primer lugar en la lista, especialmente en los países en desarrollo según Montaigne (2002).

La pobreza en la región es un gran problema social. La migración centroamericana y el creciente impacto de fenómenos meteorológicos que azotan a las zonas tropicales, la reducción de la pesca, la deforestación, la erosión del suelo, los problemas de desnutrición en algunos sectores y la obesidad en otros, son parte de la canasta de problemas latinoamericanos en la actualidad.

En ese marco, del 5 al 7 de marzo se realizará en Jamaica, la 35 va. Conferencia Regional de la FAO en donde participan sus 33 países latinoamericanos con el objetivo de definir prioridades para apoyarlos en sus estrategias políticas, programas e instrumentos para implementar una agricultura sostenible que ayude a enfrentar los desastres naturales, de acuerdo con Crispim Moreira, representante de la FAO en México.

En Jamaica, ministros y secretarios de Estado, representantes de organizaciones no gubernamentales, académicos, líderes y dirigentes de la sociedad civil establecerán directrices estratégicas sobre seguridad alimentaria y nutricional para la región.

La conferencia definirá las iniciativas y acciones de la FAO para el cumplimiento de la Agenda 2030, alineada y articulada con las prioridades de la planificación del desarrollo de los países. Además, se revisarán el financiamiento de las políticas públicas de desarrollo para la mitigación y adaptación al cambio climático y sus compromisos ante la Agenda 2030 y el Acuerdo de París.

Un lugar importante en la conferencia tendrán la erradicación del hambre, el sobrepeso, la obesidad y la reducción de la pobreza extrema, así también como mejorar la alimentación mediante la agricultura familiar y la pesca artesanal.

Combatir el hambre deberá pasar, necesariamente, por maximizar el aprovechamiento de la lluvia, mejorar el abasto de agua y mantener su calidad. Si el agua se está acabando, entonces es momento de establecer mejores políticas públicas para recuperar los bosques y la vegetación con técnicas de mayor impacto y menor costo como la reforestación por semilla utilizando siembra aérea con drones. La vegetación es el mejor retenedor del agua de lluvia y el amortiguador natural de inundaciones y sequías.

La pesca en ríos y mares enfrenta el problema de la sobreexplotación y la contaminación por aguas residuales, y etas son la causa de la pérdida de más del 90 por ciento del volumen pescado. No puede pensarse en la recuperación de la pesca si no se resuelve la contaminación, el tratamiento de las aguas residuales y, si no se capacita además a los pescadores en temas tan elementales como artes permitidas de pesca, temporadas de reproducción y veda o tamaños mínimos de pesca.

La tecnificación del riego es la vía para elevar la productividad agrícola, pero también para liberar volúmenes que permitan atender necesidades de agua potable en centros de población. Junto con el tratamiento de aguas residuales para su reutilización, son una opción viable, pero su apoyo aún sigue siendo marginal en los presupuestos nacionales.

La agricultura de conservación es la mejor estrategia para las zonas de temporal, pero aún no se ha comprendido lo suficiente sobre su utilidad y no hay una política que la impulse. Con ello, se ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático.

Y, para mejorar la alimentación de las familias pobres hace falta fortalecer los servicios técnicos, capacitación y asesoría, tan menospreciados en los últimos años. Los productores de autoconsumo no logran siquiera producir los alimentos básicos que requieren para todo el año. Se requieren políticas que apoyen más con bienes públicos y menos apoyos individuales, los centros comunitarios de servicios de maquinaria, equipo e insumos, son una buena opción para ello.

La Agricultura Urbana y Periurbana aún espera que se le dé la importancia que tiene y sea incluida con mayor apoyo en las políticas públicas nacionales.

 

 

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