El inoperante, roto y corrupto sistema migratorio estadounidense

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Tomás Milton MUÑOZ


Marzo 04, 2018

El actual sistema de inmigración estadounidense se sustenta en una reforma que se llevó a cabo hace casi 32 años, en un contexto de Guerra Fría, y aunque llevó a la regularización de alrededor de 2.7 millones de indocumentados, fue incapaz de generar vías formales que permitieran el ingreso de millones de personas requeridas por la economía norteamericana en las siguientes décadas, por lo que con el paso del tiempo se convirtió en una estructura rígida y generadora de más migrantes sin documentos y de corruptelas que han beneficiado a personas ligadas al actual presidente del país norteamericano, Donald Trump.

En 1986, el Congreso de Estados Unidos aprobó la última Reforma Migratoria de gran calado, denominada Ley de Reforma y Control de Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés), por medio de la cual se fijaron una serie de categorías de ingreso y visados, entre ellos la creación de las visas H-2ª para trabajadores agrícolas, se dio prioridad a reforzar la seguridad fronteriza para evitar cruces indocumentados y se establecieron multas y penas contra los empleadores que contrataran a extranjeros irregulares.

El problema de IRCA es que dificultó los procesos de contratación y no se dejaron caminos viables para satisfacer la demanda de mano de obra, principalmente no calificada, en sectores como el campo, la industria y la construcción, por lo que granjeros, industriales y constructores siguieron empleando a indocumentados a pesar de las posibles penalizaciones.

Una década después, en un momento en que las autoridades estadounidenses aún temían el arribo masivo de migrantes provenientes de Europa del Este por la reciente disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y ante el incremento de la inmigración indocumentada originaria principalmente de México y de Centroamérica, se aprobó en el gobierno de Bill Clinton la Ley de Reforma de la Inmigración Ilegal y de Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA). Dicha normatividad aumentó más las penas en contra de empleadores de indocumentados, permitió la militarización de la frontera y la construcción de vallas y muros fronterizos, facilitó las deportaciones y terminó por hacer obsoleto al sistema migratorio estadounidense, ya que el número de extranjeros en condición indocumentada creció paulatinamente hasta superar los 12 millones.

Los presidentes George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017) reconocieron públicamente que el sistema de inmigración estaba roto y que no respondía a las necesidades de su país, incluso apoyaron diferentes proyectos para sacar de las sombras a millones de indocumentados y se manifestaron en favor de una reforma amplia que incluyera regularizaciones, nuevos visados y programas temporales de trabajo, pero sin éxito.

El sistema de inmigración y la secularización de la frontera, que se exacerbó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, no han servido para detener los flujos migratorios irregulares y sólo ha propiciado muertes y violaciones a los derechos humanos, particularmente porque en Estados Unidos se promueve la contratación de indocumentados para tener mayor rentabilidad en los bienes y servicios producidos y porque los trabajadores irregulares pueden ser desechados en épocas de crisis económicas, sin pagarles indemnizaciones ni prestaciones.

Además, el sistema se presta para hacer excepciones y por medio de contactos se flexibiliza para permitir el ingreso de personas que sin cumplir con los requisitos, son aceptados gracias a la ayuda de poderosos patrocinadores. Un ejemplo de ello es la actual esposa del presidente estadounidense, Melania Trump, quien accedió a la ciudadanía por medio de una visa conocida como EB-1 o "Visa Einstein", reservada para personas altamente distinguidas o con cualidades extraordinarias, características que la originaria de Eslovenia no cumplía, ni siquiera con los escasos méritos mostrados en su incipiente carrera de modelaje.

Melania llegó a Estados Unidos en agosto de 1996 sin concluir sus estudios de licenciatura con una visa de turista y dos meses después le otorgaron la visa H1-B para trabajar como modelo. En 1998 conoció a su actual esposo y tres años después obtuvo la residencia estadounidense con la Visa Einstein "gracias a sus méritos extraordinarios", de acuerdo con información revelada por el diario Te Washington Post. La eslovena se casó con Trump en 2005 y en el mismo año obtuvo la ciudadanía estadounidense.

El caso de Melania es inusual ya que hay personas que han pasado hasta 10 años en la lista de espera para obtener la residencia o la ciudadanía, sin contar que para lograr la visa EB-1 se deben de demostrar aptitudes extraordinarias en ciencias, artes, educación, negocios o deportes, por lo que sus acreedores son regularmente ganadores de premios Nobel o Pulitzer, medallistas olímpicos o personas ampliamente reconocidas en el ámbito de las artes.

Melania, quien nunca figuró entre las principales modelos internacionales, ni recibió premios por su actividad profesional, obtuvo la Visa Einstein gracias a uno o varios mecenas y a las corruptelas que se dan en los servicios de inmigración estadounidenses.

Por si fuera poco, Melania llevó a sus padres a vivir a Estados Unidos en condiciones poco claras y utilizando un visado de reunificación familiar que ahora el actual mandatario estadounidense quiere eliminar, en algo así como "hágase la ley en los bueyes de mi compadre", popular dicho mexicano que describe la hipocresía del presidente Tremp.

Sin duda el sistema de inmigración estadounidense es disfuncional, pero ha beneficiado a la economía de ese país en épocas de vacas gordas y en tiempos electorales, pues la fuerza física e intelectual de los migrantes se ha convertido en un pilar económico y al mismo tiempo se criminaliza a los indocumentados, quienes se convierten en los chivos expiatorios perfectos. Tal vez por estas razones es que desde hace más de tres décadas se mantiene sin cambios de fondo a un vetusto sistema migratorio, a costa de la dignidad humana de millones de personas.

 

*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

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