¿Quiénes se benefician con la imposición de un arancel al acero en Estados Unidos?

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Nadia ALMARAZ ARÍEZAGA


Marzo 04, 2018

Esta semana, el presidente Donald Trump anunció que impondrá aranceles de 25 por ciento al acero y de 10 por ciento al aluminio para "algunos países", los cuales no especificó. Esta declaración, como ya es costumbre en su mandato, provocó que las expectativas económicas se alteraran y esto se reflejó en el comportamiento de los mercados bursátiles con cierres a la baja.

El documento, aún no se firma, pero lo que inquieta a los mercados es que a pesar de las negociaciones en curso y en favor del libre comercio, el presidente Trump sigue en su postura inamovible de proteccionismo y esto, especialmente para un producto como el acero, podría tener repercusiones importantes, no sólo para los países exportadores sino para la economía estadounidense.

Basta con saber un poco de economía internacional para entender que la imposición de cualquier arancel genera repercusiones, tanto en el país exportador como en el país importador. Para el país exportador es claro que una medida como ésta reduce las posibilidades de comercio, pero para el país que impone un arancel, es un arma de dos filos. Para empezar, el arancel encarece el producto para los consumidores del país importador, pero al haber menos oferta de acero en el mercado, los precios internos son presionados a la alza, lo cual genera inicialmente, que los únicos beneficiados sean los productores del acero de la industria estadounidense y no la economía interna en general. Las empresas favorecidas tampoco pueden obtener durante mucho tiempo beneficios y menos para un producto como el acero, que es un insumo.

Por mencionar sólo una industria, de tantas que se verían afectadas, en la industria automotriz, los precios de los automóviles se elevarían considerablemente, los ciudadanos estadounidenses tendrían menos oportunidades de cambiar sus autos y las ventas de la industria se verían afectadas de manera importante. Al final, las empresas automotrices se verían obligadas a reducir su producción y por tanto su demanda de acero, repercutiendo por ende también en la industria acerera.

Al margen de que una medida como ésta puede generar una guerra comercial entre los países afectados, tampoco de manera interna es positiva, al final, nadie gana.

Si el presidente Trump, tuviera un interés genuino en apoyar la economía de los ciudadanos estadounidenses y no sólo cumplir con sus compromisos empresariales previos a la elección, nunca firmaría este documento.

 

*Maestra de Cátedra del Tecnológico de Monterrey Campus Puebla y Cuernavaca

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