Trump sigue siendo Trump… ¿Y se va a reunir con Kim Jong-un?

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Barthélémy MICHALON


Marzo 11, 2018

Trump apenas oficializó el aumento de los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio. En sí, esto no revela nada nuevo sobre él o su forma de gobernar: más bien, confirma tendencias que habían sido evidenciadas en otras ocasiones.

Este episodio nos recuerda que el mandatario estadounidense ignora (o pretende ignorar) la existencia de una situación de interdependencia de hecho en varios niveles. Dicho de otra manera, actúa como si esta interdependencia no existiera, o como si no mereciera ser tomada en cuenta.

Primero, esta decisión pasa por alto el carácter globalizado del comercio internacional y el hecho de que los socios comerciales de Estados Unidos no solamente cuentan con intereses propios, sino que también tienen a su disposición ciertos medios para defenderlos. Y así pasó: poco tiempo después del anuncio, la Unión Europea dio a conocer que estaba preparándose para aplicar represalias, que tomarían la forma de tarifas arancelarias sobre ciertos bienes típicamente estadounidenses.

Frente a esta respuesta, Trump adoptó dos estrategias contradictorias: por un lado, aseveró que le encantaban las "guerras comerciales", insinuando de este modo que había obtenido lo que buscaba. Por otro lado, admitió al mismo tiempo que ya se estaba considerando la idea de exenciones para ciertos socios comerciales. Entre ellos figuran Canadá, México y Unión Europea, que son tres de sus cuatro principales suministradores de acero. ¿Cuál es el punto de una guerra comercial si se dirige solamente hacia proveedores de segundo nivel? China, que supuestamente era el blanco principal de esta decisión, exporta diez veces menos acero hacia EEUU que la UE y Canadá juntos.

Segundo, ignora también la interdependencia económica que existe en cualquier economía, y con más razón en las más desarrolladas: los diferentes sectores están estrechamente vinculados entre sí por la existencia de cadenas distribuidas entre diferentes actores. Muy lógicamente, el aumento del precio del acero y del aluminio elevará el costo de producción de todas aquellas industrias estadounidenses que dependen de estos insumos. El cerrar los ojos sobre una realidad tan evidente resulta especialmente paradójico por parte de una persona cuya única experiencia profesional previa proviene del sector empresarial (y que además construyó sus edificios con acero importado desde China). Al buscar favorecer un sector en especial, Trump perjudicará otro sector, de dimensiones todavía mayores, dentro de su mismo país. En este caso, se estima que el daño superaría con creces los beneficios esperados: si bien se podrían crear hasta 10,000 empleos en la industria siderúrgica, se perderían ocho veces más empleos en áreas relacionadas, como la automotriz. Un efecto un tanto paradójico para una medida defendida por un discurso de defensa del trabajador estadounidense.

Tercero, se manifestó el mismo desdén hacia la idea de interdependencia dentro de su administración que, como cualquier equipo gobernante, no puede prescindir de un nivel de cohesión y de consenso, aunque sea mínimo. Al subir los aranceles, el esposo de Melania ignoró los consejos de sus principales asesores económicos y las posturas de influyentes republicanos: Gary Cohn, quien había diseñado la controversial Reforma Fiscal y encabezaba el Consejo Económico Nacional, presentó su dimisión. Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, del mismo partido que Trump, criticó públicamente la iniciativa.

Por ende, se observa un claro patrón consistente en mantenerse en la ilusión de que las decisiones pueden ser tomadas independientemente de sus consecuencias a nivel internacional, económico, y político.

Si bien lo anterior no es una revelación, es un recordatorio que es importante tener presente al momento de construir nuestras expectativas acerca del encuentro entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un, programado para el próximo mes de mayo.

Como no han faltado las sorpresas con cada uno de estos dos mandatarios, cabe ser prudentes antes de dar por hecho que esta reunión efectivamente tendrá lugar. En caso de que sí, se tratará sin duda de un evento histórico, pero no tenemos ninguna garantía de que lo será por las buenas razones. En un lado de la mesa, estará un presidente estadounidense que toma sus decisiones de forma intempestiva y visiblemente improvisada, sin conocimiento de los temas, sin consideración para las consecuencias de sus decisiones y excesivamente confiado en el alcance de su propio poder. En frente de él se sentará a un líder norcoreano desesperado por atención internacional, cuyo prestigio interno descansa en buena parte en su poderío militar (y en especial nuclear) y que necesitará sacar de este encuentro motivos para poder declarar que fue un éxito para su país.

¿Qué reacción química se produce cuando se mezclen ingredientes con estas características?

*Profesor de tiempo completo del Tecnológico de Monterrey en Puebla, en la carrera de Relaciones Internacionales

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