La participación de la diáspora mexicana en las elecciones presidenciales: Mitos y realidades
Con el arranque oficial de las campañas electorales para elegir al nuevo presidente de México, los candidatos registrados ante Instituto Nacional Electoral (INE) buscarán ser favorecidos por los ciudadanos que viven en territorio nacional y por aquellos que radican más allá de las fronteras. La participación de los mexicanos en el extranjero es un derecho ganado, pero aún genera temores infundados sobre el peso que podría tener en los resultados finales.
De cara al 1 de julio, día en el que también se renovarán las dos cámaras del Congreso federal y habrá comicios locales en 30 de los 32 estados de la república, unos 89 millones de ciudadanos integran la lista nominal de electores, la cifra más grande de la historia del país; empero la participación de los mexicanos en el extranjero ha sido limitada en los dos últimos comicios (2006 y 2012) y su peso en la siguiente elección presidencial no supone per se la definición de quien será el nuevo mandatario.
A pesar de que en el extranjero viven poco más de 12 millones de mexicanos, de los cuales más de 11 millones se encuentran en Estados Unidos, para la presente elección menos de 600 mil connacionales mayores de edad iniciaron trámites para obtener su credencial de elector y apenas unos 43 mil han solicitado su registro para votar en julio próximo.
Varias son las razones que impidieron en las pasadas dos elecciones presidenciales una mayor participación de los mexicanos en el extranjero, y van desde trámites engorrosos, la falta de credencial de elector, el costo que generaba enviar los votos por el servicio postal, la negativa a implementar el sufragio de forma electrónica y el desinterés de buena parte de los connacionales que residen fuera de México.
En las elecciones de 2006, las primeras en las que pudieron ejercer su derecho al voto los paisanos en el extranjero, se inscribieron 40 mil 876 ciudadanos, pero sólo se recibieron 32 mil 621 votos, de los cuales 58 por ciento correspondieron al candidato Felipe Calderón Hinojosa, del entonces gobernante Partido Acción Nacional (PAN), 11 por ciento a Andrés Manuel López Obrador, de la coalición de izquierda, y 4 por ciento a Roberto Madrazo, del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El restante porcentaje se dividió entre otros candidatos y votos nulos.
Seis años más tarde, los datos fueron muy parecidos, y a pesar de que los migrantes de nueva cuenta apoyaron en su mayoría al Partido Acción Nacional en las presidenciales, la victoria correspondió al priista Enrique Peña Nieto. En ese proceso, el de 2012, se inscribieron 59 mil 115 mexicanos en el extranjero, y se recibieron 40 mil 714 sufragios. La candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, fue apoyada por 42 por ciento de los connacionales, Andrés Manuel, por su parte, recibió 39 por ciento de los sufragios y el actual mandatario mexicano obtuvo poco más del 15 por ciento de las preferencias desde el exterior.
De frente al actual proceso electoral, se realizaron algunos cambios con el fin de facilitar el sufragio desde el extranjero, entre ellos permitir desde 2016 el trámite de obtención de credenciales para votar en los consulados mexicanos; sin embargo, aún se mantienen una serie de prohibiciones para que no se realicen campañas en el extranjero, y priva el desinterés entre buena parte de los migrantes para ejercer un derecho que costó años de luchas ante resistencias de actores como el PRI ante el temor de que la diáspora organizada castigara a ese partido político por generar condiciones de expulsión durante décadas de gobierno.
El INE ha organizado encuentros entre representantes de partidos políticos nacionales y la comunidad mexicana residente en el extranjero, se ha dado a la tarea de promover el voto en el exterior, y ha reclutado a voluntarios para brindar información a los connacionales que residen fuera de México, pero la participación esperada aún es baja.
Al igual que en los dos procesos electorales previos, el voto desde el exterior no determinará los resultados de las elecciones presidenciales, sin embargo su existencia es importante pues reconoce la valía y el vínculo del Estado mexicano con su diáspora, además, los migrantes, sobre todo los que han salido de comunidades rurales, aún tienen lazos importantes e influencia entre sus familiares en México al momento de votar en elecciones federales, estatales y municipales.
Es por ello que Ricardo Anaya, de la coalición por México Al Frente; Andrés Manuel López Obrador, de Juntos Haremos Historia; y José Antonio Meade, de Todos por México, realizaron visitas como precandidatos presidenciales a comunidades mexicanas en la Unión Americana y en sus plataformas electorales tienen como uno de sus puntos la protección y vinculación con los migrantes mexicanos en el extranjero.
Las remesas que envían a México, más de 28 mil millones de dólares en 2017, los vínculos que mantienen con sus comunidades de origen y la responsabilidad que tiene el Estado mexicano de proteger los derechos de sus nacionales dentro y fuera del territorio nacional, son elementos suficientes para seguir impulsando la participación política de los mexicanos desde el extranjero, y aunque existen una serie de problemas que han impedido una participación más copiosa en los procesos electorales, es necesario desmitificar situaciones para propiciar mejores resultados en el futuro.
En el plano social un clamor recurrente es que aquellos que residen en el extranjero no deberían de determinar quiénes serán los gobernantes locales, pues no los padecerán al no vivir en México. Esta lectura parcializada impide reconocer la valía económica, social y política de los migrantes, quienes mantienen fuertes vínculos con sus pueblos, barrios o ciudades de origen y siguen siendo mexicanos más allá de las fronteras, con derechos y obligaciones.
