¿Qué sería de un país sin un avión presidencial y otros cambios importantes?

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"Prometer no empobrece", es un dicho popular dentro de nuestra cultura y una práctica muy común de los políticos durante las campañas electorales. A través de estas, se busca obtener la aceptación y apoyo de la población para así poder vencer en las elecciones.

El problema llega cuando el candidato se vuelve presidente y está imposibilitado para cumplir con sus promesas de campaña; ya sea por falta de presupuesto, de estrategia o que simplemente se encuentra fuera de sus facultades como titular del poder ejecutivo.

Es muy importante que todos los votantes estudien las diferentes propuestas de los candidatos para así tomar una decisión informada y votar por el candidato que mejor represente sus intereses.

Los candidatos presidenciales han propuesto varias cosas entre las que se encuentran; combatir el desempleo, la inseguridad, dar becas, y quizás una de las que más polémica ha causado, la que realizó el Sr. Andrés Manuel López Obrador de vender el avión presidencial y prescindir de él durante su gestión.

El avión presidencial es una de las herramientas más importantes para que el presidente de la República Mexicana pueda cumplir con su agenda en el extranjero. El presidente de nuestro país como Jefe de Estado y Jefe de Gobierno necesita atender asuntos de gran relevancia en instituciones y organismos internacionales además de asuntos relacionados con la relación bilateral o multilateral con otros países.

Sería imposible pensar en que México estando dentro de las 20 economías más importantes del mundo no cuente con un avión presidencial. ¿Qué pasaría si se fueran a reunir, Trump (presidente de Estados Unidos), Trudeau (Primer Ministro de Canadá) y el presidente de México en turno para negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y este último no llegara porque tuvo que hacer una escala y su avión se demoró? O ¿que tuviera que vestir inapropiadamente en un evento de Naciones Unidas, porque la aerolínea extravió su equipaje? Esto es simplemente inconcebible, y resultaría una estrategia contraproducente para la diplomacia mexicana.

Quizás la solución más apropiada sería crear una serie de reglas y lineamientos para evitar que el gobierno haga mal uso del avión presidencial. Por ejemplo; viajes privados, o que no se encuentren dentro de la agenda nacional y que representan un enorme gasto. 

En este sentido, haciendo un uso correcto del avión se evitarían grandes derroches presupuestales, y cumplir perfectamente con la agenda sin ponerla en riesgo. Lo que hace falta no es tomar decisiones drásticas sino más bien medidas para así poder ir aprovechando al máximo el recurso de nuestro país y lograr el mejor resultado posible.

*Profesor en el Tecnológico de Monterrey

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