Jueves 19 de Abril de 2018 |
A Sin Sangre de Alessandro Baricco (Turín 1958) la han llamado noveleta y en otras ocasiones cuento largo. Sin duda, la obra del italiano desata polémica desde el encasillamiento incómodo del género literario. En esta columna no voy a nombrar una de las novelas más conocidas e influyentes de Baricco, así que si usted, amable lector guajolotero, busca el sustantivo que hace alusión a un tejido muy suave, olvídelo. En Sin Sangre se nos muestra la influencia que Baricco tiene de los grandes novelistas norteamericanos al manejar con maestría, suavidad y brutalidad el asesinato de un hombre, y la forma en la que este acontecimiento marcará a la hija de éste -quien ahora será huérfana- que será más que un generador de cambios radicales en su vida: es el acontecimiento que guiará el destino de la pequeña Nina. Nina nos recuerda también a la Naná de Emile Zolá, no por su ligereza al conducirse sino por la marca que recibe desde pequeña, lo que hará que crezca con un odio guardado por años en búsqueda de una venganza lenta, fría que la llevará a encontrarse con su verdadera personalidad. Un acontecimiento funesto perpetrado por cuatro tipos que irrumpen en la campiña de un país en ruinas, un país que está saliendo de la guerra civil, en el texto no se indica cuál es ese país, una ambigüedad que enriquece más la obra, así que puede ser cualquiera que haya sufrido los embates de una guerra con esas características: pérdida de identidad nacional y como consecuencia pérdida del individualismo, por eso Nina se inventa, al igual que su país, a partir de la nada. Esta no identidad del país en guerra hace que la obra oscile entre la España franquista hasta Chile de los tiempos de Pinochet. Otra imprecisión, o bien, otro capricho del autor son los nombres de los personajes: Nina, Salinas, Manuel Roca, Tito ya que el autor menciona que "los personajes y los hechos narrados en esta historia son imaginarios y no se refieren a ninguna realidad en particular y justifica, la utilización frecuente de nombres hispánicos es un hecho puramente musical y no pretende sugerir una localización temporal o geográfica de los hechos". El rompimiento temporal de la historia por más de cincuenta años aparenta un boquete en la narración, pero justifica la acumulación de odio en los personajes. Por momentos parece como si Baricco perdiera la continuidad de la historia y utiliza excelentes distractores que enredan la trama aparentando resolverla de manera fácil y mágica como si en vez de desenredar utilizara un nudo mucho más complejo. Ahí radica la grandeza de la obra, en la sencillez aparente pero cargada en extremo en la psicología de los personajes. El enfrentamiento de los niños-adultos hace que la niñez cobre fuerza a medida que se desarrolla el texto, ya que las marcas de esa etapa nos perseguirán toda la vida: infancia es destino decía Freud. Nina se mueve por instinto al grado de conservar severamente el deseo de encontrarse con aquel que la miró por última vez como una niña, ¿venganza o agradecimiento? Y el otro protagonista -el odio- la acompaña a todas partes. Por eso es que Nina siente ese deseo de matar, puede ofrecerle venganza sin sangre a los que la lastimaron, pero una cosa es segura "hemos removido la tierra de una forma tan violenta que hemos vuelto a despertar la crueldad de los niños".
Sin Sangre de AlessandroBaricco (2003). España, Anagrama. |