Miércoles 25 de Abril de 2018 |
"Una mala imagen puede ser que no lo haga ganar, pero seguro lo hará perder." @mariasolcorral
El formato del primer debate presidencial, será un parteaguas en el proceso electoral federal y un acierto para el Instituto Nacional Electoral (INE), al impulsar uno más innovador, menos rígido o acartonado. Después de más de veinte años del primer debate presidencial en el país, creo que esta vez se logró el propósito, que fue generar interés, discusión y opiniones encontradas respecto a los candidatos y sus propuestas, o la falta de ellas. Vimos un formato fresco, accesible para el ciudadano y atractivo para abordar en dos horas los temas centrales de los bloques de política y gobierno:
Este año será histórico para la vida política nacional, no sólo por la propuesta del nuevo formato de los debates, sino por la participación de tres moderadores, que, en esta ocasión, demostraron estar a la altura de las circunstancias (Denise Maerker, Azucena Uresti y Sergio Sarmiento). Periodistas que se encargaron de hacer dinámico el tiempo que utilizaron los candidatos para responder sus planteamientos generales (que incorporaron inquietudes de la sociedad civil), y especialmente los particulares, cuando no respondían algún cuestionamiento directo respecto a su vida personal, su pasado político o el proyecto que representan para el electorado. De acuerdo con Javier Sánchez Galicia, experto en comunicación política, el debate se gana en el post debate, por lo cual, los equipos de campaña deben estar preparados para actuar en distintos frentes para desarrollar su respectiva estrategia: a) En redes sociales, antes, durante y después del debate; b) En la demostración de fuerza al terminar el debate -calles y plaza pública-; c) En las mesas de análisis político que hacen los medios de comunicación electrónicos y digitales; d) En los titulares del lunes al destacar el desenvolvimiento de su respectivo candidato. El primer debate presidencial es un género de mensaje político que conecta al ciudadano con los aspirantes a un cargo de elección popular para que pueda conocerlos como personas y también como políticos que buscan defender sus propuestas y convencerlo para que vote por su proyecto de nación. En este sentido, después de lo ocurrido ayer, considero los siguientes escenarios, en los que la ciudadanía puede comportarse en las próximas semanas de la campaña presidencial:
Los debates, desde 1994, no necesariamente definen un resultado electoral, pero sí pueden influir en la percepción ciudadana en torno a la imagen del político que el ciudadano espera que lo represente. Con este formato, la ciudadanía puede conocer mejor a los candidatos, sus propuestas y la forma en que reaccionan frente a sus oponentes, pero las redes sociales juegan ya un papel preponderante para formar opinión crítica, constructiva o destructiva, del balance general que se puede obtener al finalizar el encuentro; lo cual se hará de forma más dinámica entre los ciudadanos, los medios de comunicación y los propios candidatos. En la sociedad de la información, el elector está más cerca de los candidatos como nunca antes, y esto permite que incluso antes de terminar un debate ya haya reacciones, tendencias y memes en las distintas plataformas digitales. El post debate es fundamental para determinar cuál de los candidatos fue el ganador y quién le quedó a deber a los suyos y no pudo convencer a los indecisos. En este sentido, desde mi perspectiva, los ganadores (dependiendo el punto de vista que se tenga de cada uno) fueron 3: Ricardo Anaya (fue el más estructurado, orador elocuente y retórica impecable); José Antonio Meade (logró defender lo importante, que era no caer de forma estrepitosa en el cuarto o quinto lugar, logrando una posición, como técnico y no político, en medio de un grupo de experimentados); y Andrés Manuel López Obrador, quien demostró que puede defender la primera posición sin perder el control, manteniendo a sus rivales a una prudente distancia. En cambio, los candidatos independientes (Margarita Zavala completamente desconcentrada y sin posibilidad de defender sus ideas) y Jaime Rodríguez Calderón (disruptivo, fuera de lugar muchas ocasiones, siendo a la vez, el alma de la noche), no se pueden considerar aún rivales en condiciones de competitividad, ya que se aprecia claramente una asimetría de poder político entre ellos y los candidatos de las tres coaliciones que encabezan Anaya, Meade y López Obrador. Por lo tanto, siendo este último el primer lugar en las preferencias, un claro favorito de los #AMLOVERS, y, sin duda, un silencioso candidato que evitará cualquier provocación como le sea posible, puede advertirse un cambio de estrategia de campaña en los equipos de Anaya y Meade, ya que en el caso del tabasqueño no se prevé que tenga mayor preocupación que administrar ese privilegiado lugar en las encuestas. A sólo 9 semanas de la elección, tanto Ricardo Anaya como José Antonio Meade, tendrán que demostrar quién de los dos es capaz de enfrentar cara a cara a Andrés Manuel López Obrador y dejar de asumirse como el segundón de la elección. Muy probablemente el ciudadano les ayudará a decidirlo, pero se necesita más que convocar al voto útil. El debate de ayer fue "todos contra AMLO" y era de esperarse; sin embargo, el ciudadano quiere escuchar ideas, propuestas y más sustancia, menos guerra sucia. Esperaremos al 20 de mayo en Tijuana para ver si aprendieron todos la lección; una mala imagen frente al elector, está visto por el debate del debate, sí puede ser motivo de derrota. Ya veremos… |