¿Quién habló de echar un yugo sobre el cuello de esta raza?

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¿Quién habló de echar un yugo sobre el cuello de esta raza?

¿Quién ha puesto al huracán jamás ni yugos ni trabas, ni quién al rayo detuvo prisionero en una jaula?

(Miguel Hernández, fragmento)

 

El pasado 20 de abril, dos días antes de celebrarse el debate de los candidatos a ocupar la presidencia de la república, la mayoría de las encuestas publicadas señalaban a Andres Manuel López Obrador como el posible ganador, una de ellas, en el diario "El País", advertía que Obrador tenía 45% de posibilidades de ganar, 12% Anaya y mucho más abajo el abanderado priista.

Por lo anterior, se esperaba que el debate pudiera estar dirigido a la descalificación del que iba arriba en las encuestas, pero también se esperaba que dicha descalificación estuviera acompañada de una verdadera argumentacióny no sólo acusaciones y señalamientos que, como ya se ha demostrado, resultaron fundadas en pruebas falsas.

Este primer debate, lo único que mostró es la falta de respeto de la clase política mexicana hacia el pueblo -indígenas, clase trabajadora, estudiantes, académicos, empresarios, servidores públicos, políticos y analistas políticos- hombres y mujeres esperanzados en un cambio real, justo, quienes mostraron un interés como nunca antes en escuchar propuestas y sufrieron una desesperanza más. Lo que mostró el debate fue un ejercicio político pobre, informal, casi desinformado o deliberadamente desinformado. "Las formas son fondo", la falta de razones fue evidente en todos los candidatos. Un candidato independiente, o mercenario electoral, que en aras del sacrificio político por los compromisos prestablecidos, llega al absurdo de prometer violaciones de derechos humanos, tales como "cortar manos", no importándole que al siguiente díase publicara en diversos diarios de otros ´países: "en México se propone la mutilación como pena", retrocediendo siglos de avance en la positivización de derechos humanos.Un absoluto desinterés de lo que se piense de nuestro país en el exterior. Otra candidata que se presentó a si misma casi "como la mujer maravilla" que nos defenderá a todos, y dos políticos que se concretaron en el ataque y la descalificación descortés y calumniosa, el joven "Barry Allen" impetuoso, directo-eres un mentiroso", "sí eres corrupto"-, nadie le dijo que se trataba de un debate político, que se iba a observar en todo el país y a nivel internacional; el otro candidato que como Aquaman aceptó participar y salir de las aguas profundas y de su cómodo reino porque las delicias del poder al descubierto son difíciles de rechazar, se concretó a la repetición cansada de propuestas que no han sido cumplidas en treinta años en el poder, el mismo discurso en que ya nadie quiere, ni nadie cree en él.

El debate centrado en la descalificación de uno de los candidatos y no en las ideas. Afirmaciones sin sustento "…tienes tres departamentos"…bueno dos", al cabo solo es política, al cabo sólo estamos en el proceso de elección a la persona que conducirá a nuestro país los próximos seis años.Al país completo, no al municipio de San Pedro Garza donde, como bien lo dijo uno de los candidatos, la inseguridad casi se ha erradicado, sólo olvido decir el porqué: porque los empresarios cansados de la terrible inseguridad, ahora tienen su propio cuerpo de guardias, pagado por ellos.

El debate se limitó a la descripción de los grandes problemas nacionales, que todos conocemos porque los vivimos--pobreza, inseguridad, corrupción, impunidad-, pero cómo resolverlosnunca salió a la luz. Anaya en un derroche de creatividad propuso reformas a la ley, como si los mexicanos no supiéramos que los problemas ya no se resuelven con leyes, porque el gobierno no las cumple, ni obliga a cumplirlas. Otro más coherentemente propuso, por lo menos, una revisión de las últimas reformas, LAS GRANDES REFORMAS, que el presidente actualmente en turno prometió nos llevarían al primer mundo, como los hizo Carlos Salinas de Gortari en su momento, hace 30 años.

Duele decirlo: nos tienen, detenidos, prisioneros en una jaula.

Profesor Titular del Instituto Tecnológico de Monterrey. Las ideas expresadas en este artículo son exclusivas de su autor y no reflejan el ideario de la Institución.

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