La secuencia

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Eduardo GÓMEZ GÓMEZ


Abril 30, 2018

Seguramente has experimentado el incumplimiento de "acuerdos".

Sí, quedaste con más personas en hacer determinadas cosas para obtener un resultado. El "plan" era claro, ¿qué podría salir mal? El hecho es que el resultado no se alcanzó. Investigas un poco y te das cuenta: una de las personas "no cumplió con su parte". Tal vez hayas sido tú mismo quien no hizo lo que se había acordado. O fue alguna de las otras personas. Afortunadamente, "el plan" te permite reconocer qué fue lo que no se cumplió.

Esta situación se presenta entre las personas con frecuencia. ¿A qué se debe una situación de este tipo?

Consideremos, en cambio, "una sola persona". ¿Alguna vez entraste a tu cuenta de correo electrónico poniendo nombre de usuario y/o contraseña equivocados? Mejor aún, ¿activaste una plancha sin conectarla a la corriente eléctrica? Generalmente, las respuestas a estas interrogantes serían negativas. Es decir, de manera general, somos conscientes que de no seguir una serie específica de acciones que corresponden a un orden o secuencia para lograr un resultado determinado, entonces sería "natural", evidente u obvio que no obtendremos ese resultado.

En cierto grado, hay un tipo de "acuerdo" al seguir ese orden. Por tanto, conectamos la plancha para utilizarla, damos los datos correctos para ingresar al correo y hacemos toda una serie de acciones que no necesariamente definimos nosotros, en cuanto al orden, pero que seguimos para obtener el resultado. Y al hacerlo, reconocemos cierto grado de acuerdo o de conformidad con hacerlo, con seguirlo, ponemos nuestra voluntad en hacerlo.

Entre más precisos seamos en seguir esos pasos, más diestros, hábiles, capaces o competentes seremos para hacer esas acciones y obtener los resultados que de ellas deriven.

En contraste, entre más reacios seamos a ser precisos en seguir la secuencia y "condiciones" concretas y necesarias para obtener el resultado, más demoraremos o nos alejaremos de obtener ese resultado. Nuevamente, estaríamos ante una disposición personal a estar conforme o de acuerdo en hacerlo.

En tanto no estemos de acuerdo en hacer algo, las acciones que hagamos tenderán a alejarnos del resultado esperado.

De lo anterior, se pueden extraer múltiples conclusiones. Una de ellas es que en todo fenómeno de la realidad hay un orden determinado, específico y preciso. Investigarlo, analizarlo e identificarlo hasta comprenderlo, nos permite manejar ese fenómeno y darle una dirección específica, si fuese necesario, conforme a una serie determinada de acciones ordenadas y en secuencia. Esta dirección puede incluir cambios en el sentido la dirección misma o su transformación, lo cual implica un cierto grado de "acuerdo" (comprensión) con ese proceso. Por ejemplo, una persona que se arroja sin el equipo necesario de un séptimo piso esperando que le broten alas y emprenda el vuelo, "no está de acuerdo" con la secuencia de procesos que derivan de esa acción, y "tiene la expectativa" de que "por esa ocasión" o "por ser ella misma" sea diferente. Claro, podríamos decir que no comprendió las leyes que rigen este proceso, y lo mismo podemos decir en general cuando alguien no "logra acuerdo" con otras personas "o cosas" y entonces no puede interactuar con ellas de manera óptima y productiva para alcanzar los resultados esperados.

De esta forma, comprender y seguir esa secuencia (o transformarla creativamente) hasta obtener el resultado previsto o esperado (pues aun cuando haya transformación, se espera un resultado determinado) implica ser capaz de materializar acuerdos, de ser consciente, de ser objetivo o disciplinado (científico), de ser capaz de ejercer control, pues en eso consiste el control: dada una serie factible de objetivos, hacerlos realidad de manera cabal y eficaz, para lo cual requiere que todos los factores estén alineados y en la misma dirección. Si uno de los factores va en una dirección distinta, entonces no hay control.

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