El procedimiento

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Eduardo GÓMEZ GÓMEZ


Mayo 07, 2018

¿Cuántas veces has seguido los pasos de un instructivo? Espero que hayan sido varias.

Algunos de nosotros no somos tan adeptos a utilizar instructivos. Otros, sí lo son. ¿Qué persona eres: de los que usan los instructivos o de los que los hacen a un lado de inmediato?

Cuando adquirimos algún tipo de aparato, máquina o herramienta, por lo general vienen acompañados de un instructivo, en el cual se indican las funciones principales de tal producto y qué instrucciones seguir para el uso óptimo del mismo en relación con cada funcionalidad.

Generalmente, las instrucciones vienen numeradas en una secuencia. Romper la secuencia altera el resultado. Y si en una situación dada no se ha logrado el resultado, basta con repasar cada instrucción y verificar su correcta aplicación para determinar si hubo alguna desviación en la instrucción o en la secuencia.

¿Te ha ocurrido alguna vez que hayas seguido los pasos indicados en un instructivo y hayas logrado el resultado esperado? Estoy seguro de que sí te ha ocurrido. Eso es muy interesante y es muy estimulante sentirse capaz para lograr lo que uno espera.

¿Te ha ocurrido que en alguna ocasión seguiste aparentemente las instrucciones y no lograste el resultado? También es probable que te haya pasado. ¿Qué hiciste entonces? Tal vez decidiste hacer el instructivo a un lado e intentar hacerlo por tu cuenta. Al fin y al cabo, ¿para qué sirven los instructivos? Su destino común, según sea el caso, es dejarlos en el cajón, en un rincón, o tirarlos a la basura. Y después, nadie los extraña… Aparentemente.

Tal vez, en alguna ocasión decidiste repasar los pasos: Paso 1: Sí, lo hiciste. Paso 2: Desde luego que sí; es bien obvio. Paso 3: quién sabe a qué se refería, pero tal vez no era importante, mejor seguiste al 4. Paso 4: pues ya no salió como decía el instructivo, pero ya lo hiciste… Y en el último paso sigues sin obtener el resultado. Casi lo tienes, pero no totalmente. Es cierto, tomaste algunos "atajos" o eso crees que hiciste.

¿Cuántas veces has tomado "atajos" para obtener un resultado? ¿Cuántas veces has obviado o saltado pasos "para acabar más rápido"? Quizá alguna vez tomando "atajos" lograste el resultado. Y lo intestaste de nuevo y lo lograste. Y consideras que estas situaciones "excepcionales" son normales o son así porque se trata de ti o porque tienes suerte. Eso suena "padre", y no es el afán juzgarlo, ni lo analizaremos en este espacio. Consignemos simplemente que pueden suceder estas excepciones. En cambio, de manera general, esos atajos no aseguran llegar al resultado. Una mujer no puede brincar fases en el proceso de gestación de su bebé. La Tierra no sigue atajos en su rotación. Entiendo que estoy señalando fenómenos naturales, y que puedes objetar que en el caso de las personas los atajos "funcionan". Basta ser familiar del dueño, gran amigo de algún funcionario o una mujer despampanante para que "los atajos funcionen". En su caso, estas son situaciones eventuales o no permanentes. A fin de cuentas, para producir autos, panes, ropa, alimentos o cualquier producto se necesitan personas produciéndolos, ni más ni menos.

Y la producción de cualquier artículo, la obtención de cualquier resultado, la realización de cualquier logro implica un orden, una secuencia, una organización específica de los factores que intervienen en su materialización, la ejecución del procedimiento para su materialización.

La Norma ISO 9000:2005 define un procedimiento como la "forma especificada para llevar a cabo una actividad o un proceso", y acota: "pueden estar documentados o no." Generalmente, los procedimientos tienen 3 características claves: 1) una serie ordenada de pasos; 2) una secuencia para su realización y 3) una organización del flujo entre las entradas, los procesos, las salidas, y las personas, el equipo y los materiales necesarios en la actividad o proceso. Observa que ninguna de esas características clave es "el atajo".

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