La búsqueda de la felicidad y el consumismo

Tras pasar dos festividades que tienen especial importancia en la cultura mexicana: el día del niño y el día de la madre

Hemos construido un sistema que nos persuade a gastar dinero

que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para crear

impresiones que no durarán en personas que no nos importan.

Emile Henri Gauvreay

 

Tras pasar dos festividades que tienen especial importancia en la cultura mexicana: el día del niño y el día de la madre, después de ver tantos anuncios de juguetes, de dulces, de electrodomésticos y ver los restaurantes, como cada año, abarrotados el 10 de mayo, me cuestionaba sobre lo siguiente.

La cultura actual, inmersa en un entorno capitalista neoliberal, en un mundo globalizado, prima el consumismo y el individualismo, nos lleva a la búsqueda de satisfactores inmediatos y continuos. La cultura predominante nos mueve a aspirar constantemente cosas que nos permitirán alcanzar un estatus determinado, a adquirirlas y desecharlas, y este consumismo continuo la alimenta y la mantiene.La persona se distingue de otras por los artículos y productos que consume. A nuestro alrededor hay un tenaz bombardeo de mensajes con todos esos productos, servicios, situaciones, etc., que nos darán la felicidady sucumbimos a ello.

Porque, no compramos productos, sino la idea de felicidad que tienen implícita. Vestimos una determinada marca porque la asociamos con una mayor satisfacción, pero poco duradera porque pasa de moda, es superada por algo mejor o simplemente, necesitamos algo nuevo.

Esta estructura se mantiene y se reproduce, el consumo de bienes de baja calidad y de poca durabilidad permite que la necesidad de adquirir un producto se mantenga constante, cada vez es menos común llevar a reparar el artefacto, ahora se remplaza por uno nuevo. Muchos productos están diseñados para utilizarse poco tiempo, como los teléfonos celulares que, al cabo de ciertas actualizaciones, se vuelven obsoletos.

Hoy en día tenemos día tenemos más comodidades que las que podía tener cualquier persona en otra época. Tratemos de visualizar cualquier palacio de la edad media, sin baños como los conocemos hoy en día, utilizaban rincones o lanzaban los desechos hacia el exterior, no contaban con ninguna de las comodidades de las que hoy gozamos en muchas casas, estaban expuestos a los cambios climáticos y a enfermedades. Las camas, por ejemplo, que eran un símbolo de riqueza, no eran tan cómodas como el colchón de cualquier casa de hoy.

Y, aun así, no somos más felices hoy que en épocas pasadas. En un estudio realizado por Nickerson, Diener y Schwarz, donde se interrogó en 1976 a estudiantes en Estados Unidos sobre la satisfacción en su vida, y posteriormente 20 años después, encontraron que, los materialistas reportaron una menor satisfacción en comparación con los no materialistas, además que los materialistas presentaban más desordenes de salud.

La persona se olvida de buscar las respuestas donde éstas se encuentran, en su interior, asocia su propia valía a sus posesiones y denega el conocimiento de sí mismo como valioso. Hemos colocado nuestra propia valía en donde no está, y nos olvidamos de lo que es realmente importante.

El cuarto director de un estudio sobre el desarrollo adulto conducido por 80 años por la Universidad de Harvard, Robert Waldinger, en una charla TED, decía que una de las conclusiones del estudio señalaba que, más allá del estatus, del nivel de vida, una buena vida, una vida feliz, está enmarcada por la calidad de las relaciones que se tienen y de las cosas significativas que se hacen a lo largo de la vida.

Hay muchos movimientos sociales que buscan reducir el consumo desmedido y un cambio en la conciencia colectiva, como los Freegans o el movimiento Decrecimiento, iniciativas para reducir los desechos que generamos como Basura Cero, que son propuestas para poner la atención en lo que es realmente importante, hay de para escoger, ¿qué estás haciendo tú?

*Profesora de Cátedra del Tecnológico de Monterrey en Puebla

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