La xenofobia de Trump y la necesidad de políticas migratorias y de refugio soberanas en México

Desde su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump ha presionado al gobierno mexicano para que detenga los flujos de migrantes indocumentados

Desde su llegada a la Casa Blanca en enero de 2017, Donald Trump ha presionado de manera sistemática al gobierno mexicano para que detenga los flujos de migrantes indocumentados provenientes de Centroamérica con el propósito de que nuestro país se convierta en una muralla infranqueable a costa de la soberanía en la aplicación de las políticas migratorias y de refugio aplicadas por el Estado mexicano.

El intento más reciente para que las políticas mexicanas se alineen a los deseos de Washington son las negociaciones iniciadas en este mes de mayo entre funcionarios mexicanos y estadounidenses para que nuestro país se convierta en un centro de procesamiento de inmigrantes extranjeros, es decir, las autoridades mexicanas harían en nuestro territorio el trabajo de sus pares estadounidenses para determinar qué migrantes podrían recibir asilo político o refugio en Estados Unidos.

El semanario Proceso reveló la semana pasada que Trump desea convertir a México "en una especie de filtro migratorio de Estados Unidos y en un centro de detención de inmigrantes porque los que buscan asilo en la Unión Americana se quedarán en México hasta que les definan su caso", con lo que de facto nuestro país se convertiría en una extensión del servicio de inmigración estadounidense y se perdería aún más la soberanía en la generación de políticas públicas en materia de migración y asilo.

No es la primera vez que el actual gobierno mexicano, encabezado por Enrique Peña Nieto, se alinea a los intereses de Estados Unidos, basta recordar que en 2014 se inició con la implementación del Plan Frontera Sur, que de acuerdo con las autoridades mexicanas estaría destinado a garantizar el respeto de los derechos humanos de los migrantes en tránsito por México, pero que en la práctica ha servido para contener los flujos de migrantes centroamericanos a petición del entonces presidente Barak Obama.

Es bien sabido que México enfrenta una gran presión por parte de su vecino del norte, y ante la llegada de un presidente xenófobo como Trump, quien ha calificado a los migrantes indocumentados de violadores, asesinos y de provenir de países "de mierda", la coerción ha aumentado sobre todo porque el inquilino de la Casa Blanca usa el tema migratorio cual moneda de canje en las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

La tibieza del gobierno de Peña Nieto y la fallida estrategia del aprendiz de secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, para negociar con Estados Unidos a través de la familia de Donald Trump (en específico con el yerno del mandatario estadounidense Jared Kushner) están llevando a México a perder más soberanía en la elaboración de políticas públicas dirigidas a los migrantes ya los refugiados.

Por lo anterior, es urgente denunciar y hacer presión para que la actual administración peñista, en los escasos meses que le restan de gobierno, deje de comprometer la soberanía del país y formule y aplique políticas efectivamente dirigidas a atender los retos migratorios con pleno respeto a los derechos humanos de los migrantes tanto de los nacionales en Estados Unidos como de los centroamericanos y de otras nacionalidades en tránsito por México.

El mandatario Peña y el canciller Videgaray deben de entender de una vez por todas que el negociar con Trump no significa ceder soberanía ni dignidad a cambio de una palmada en la espalda, y para el siguiente presidente mexicano, la tarea a partir del 1 de diciembre próximo será entender que México afronta diferentes patrones migratorios y todos merecen atención puntual.

Nuestro país no sólo es expulsor de migrantes hacia Estados Unidos, también es territorio de tránsito y de forma reciente se ha convertido en un país de destino para miles de haitianos, centroamericanos, africanos y de otras nacionalidades y en una nación que afronta el retorno de miles de sus connacionales expulsados de la Unión Americana.

Al xenófobo de Trump no se le deben de hacer más concesiones que violenten la libertad del Estado mexicano al momento de generar sus propias políticas públicas y es momento para dejar de hacer el trabajo sucio de Estados Unidos al contener a miles de personas que salen del Triángulo del Norte, conformado por Honduras, El Salvador y Guatemala, debido a condiciones económicas adversas y a la violencia ejercida por grupos del crimen organizado transnacionales.

Por el contrario, México debe de reforzar la cooperación con los países centroamericanos, con organizaciones internacionales, con iglesias, organizaciones de la sociedad civil y la academia para atender las diferentes aristas que implican la movilización humana regional.

*Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

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