Aumento de tasa de interés

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Rogelio RAMÍREZ


Junio 16, 2018

El aumento de la tasa de interés es potencialmente más desestabilizador para la economía que el mismo Tratado Norteamericano de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Una razón es que esta tasa tuvo siete años a nivel de cero desde 2008 y aún hoy es sólo de 2 por ciento en la tasa de fondos federales estadounidense, de corto plazo; sólo 3 por ciento en los bonos de 10 años, y en Europa apenas de 0.5 por ciento en los mismos bonos. El potencial de aumento es muy alto.

Otra razón es que la liquidez que ha estado disponible en exceso y de manera creciente en los mercados desde 2008 se irá retirando gradualmente y con ello hará subir el costo del crédito.

Si lo anterior fuera todo, sería suficiente como problema. Pero no es todo, pues lo prolongado del estímulo monetario hace que cualquier retiro de fondos prestables o aumento de tasa de interés tenga efectos muy fuertes entre monedas y países. Estos ya los estamos viendo.

El costo del dinero se mantuvo muy bajo entre 2008 y hoy en Estados Unidos, y sigue muy bajo en Europa y Japón. Pero este ciclo ya terminó, cuando el mismo Banco Central Europeo anunció que a fin de 2018 comenzará a reducir su propio estímulo monetario. El estímulo consiste en la compra de valores gubernamentales o algunos otros en el mercado para sostener sus precios, mantener la tasa de interés baja y evitar pérdidas en los portafolios de los tenedores, entre ellos los grandes fondos de pensiones.

En el mercado global hay muchos inversionistas que han ganado mucho dinero con este ciclo monetario, pero que hoy están sobre reaccionando al cambio de ciclo. Por los volúmenes de recursos que manejan, sus reacciones amplifican el efecto del encarecimiento de la tasa de interés sobre países, monedas y expectativas.

Los estímulos monetarios de los bancos centrales evitaron que la economía global se hundiera en una depresión desde 2008. Pero hay que tener claro que la recuperación no ha sido amplia ni parece tan sólida como era deseable, pues no hay recuperación auto sostenida de la demanda ni de la inversión de largo plazo. Aunque ha habido inversión en años recientes, gran parte ha sido para que empresas con muchos recursos adquirieran otras y consolidaran su presencia dominante en banca, seguros, bienes de consumo, telecomunicaciones, medios de comunicación y muchas otras.

Y aun estas empresas con mucha liquidez también han usado mucha deuda. Además, muchos gobiernos también aumentaron su deuda, bajo el mismo razonamiento del costo bajo del dinero. Aun así, el desempleo sigue alto, excepto en Estados Unidos, y no hay aún aumento palpable de salarios.

Brexit, precedido por las crisis de Grecia y de la periferia de la Unión Europea desde 2010, la elección de Italia, las crisis en Brasil y Argentina y otros indican el descontento que enfrentan muchos gobiernos en donde no ha habido recuperación palpable.

El alza de tasas por la Reserva Federal y el anuncio del fin del estímulo monetario europeo vienen a confirmar que hay un nuevo ciclo monetario con aumentos en el costo del dinero y que muchos deudores públicos y privados van a encontrarse fuera de lugar. Tendrán que hacer ajustes en sus economías con recortes de gastos, cuando no han dado la atención que prometieron a su población.

México no tiene un gran problema de deuda pública, aunque sí causó alarma hace tres años al rebasar el 50 por ciento del producto interno bruto -de ahí el programa de reducción de deuda aún hoy vigente, el cual, sin embargo, redujo el crecimiento-. En contraste, el sector privado en México sí adquirió mucha deuda y va a resultar golpeado.

*Analista económico

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