El mundo según Trump, crisis humanitaria y la ironía de las “noticias falsas”

Para Donald Trump, Estados Unidos debería de ser un paraíso protestante, anglosajón y ultranacionalista

Para el actual inquilino de la Casa Blanca, el empresario e integrante de la farándula, Donald Trump, Estados Unidos debería de ser un paraíso protestante, anglosajón y ultranacionalista en el que no tienen cabida los inmigrantes, a menos de que provengan de Noruega como afirmó en enero pasado, y en el que se implemente un sistema político y económico autárquico opuesto al orden internacional multilateral impulsado, paradójicamente, por el país norteamericano tras el término de la Segunda Guerra Mundial.

Trump es la cara visible de un movimiento supremacista que aparece constantemente en la historia del vecino país del norte y que enarbola la bandera del nacionalismo para poner en marcha acciones encaminadas a mantener "la pureza" del pueblo elegido, ajena a la influencia social, comercial y política del extranjero, y que justifica sus acciones con citas bíblicas.

Desde la campaña electoral que lo llevó a la victoria, Trump se rodeó de personajes supremacistas como Steve Bannon, quien desde la página de noticias por internet Breitbart News impulsaba ideologías de ultraderecha que ponían a los inmigrantes indocumentados como un mal que debería de extirparse de Estados Unidos.

Bannon fue despedido por Trump de su cargo de consejero de Seguridad Nacional en agosto de 2017, empero, otros personajes se afianzaron o aparecieron para conformar un gabinete predominantemente masculino, blanco, ultraconservador y muy religioso, entre ellos Jeff Sessions, fiscal general de Estados Unidos y que gusta de hacer referencia a citas bíblicas para justificar la criminalización de los migrantes que lleva a cabo el gobierno como política sistemática.

Otro integrante clave del círculo cercano a Trump es Stephen Miller, el principal consejero electoral del presidente estadounidense y cerebro detrás de la llamada política de tolerancia cero, que entró en vigor en abril pasado y por medio de la cual se implementaron acciones para disuadir y castigar a los inmigrantes que desean ingresar de forma indocumentada a Estados Unidos, incluida la separación de las familias en los centros de detención.

El plan de Miller, quien paradójicamente proviene de una familia de inmigrantes judíos cuyos antepasados huyeron de la persecución nazi, busca evitar la llegada y la permanencia de indocumentados en territorio estadounidense sin importar que sean perseguidos o que sus vidas corran riesgo en sus lugares de origen con acciones que criminalizan y promueven la separación de los menores de sus padres.

La política migratoria de mano dura que ha ejercido el actual gobierno estadounidense ha provocado una crisis humanitaria en la que destaca la violación de las garantías de los migrantes y ahora de los derechos de los infantes. Más de dos mil niños fueron separados de sus padres entre abril y junio del presente año en la frontera, incluso hubo familias solicitantes de refugio que también fueron apartadas, eso sin contar a más de mil 500 menores de edad que estaban en custodia de autoridades estadounidenses y cuyo rastró se perdió.

Ante la presión local e internacional, el pasado 20 de junio Trump reculó en parte y dio marcha atrás a la acción de separar a los niños inmigrantes de sus padres en la frontera -ahora los mantendrá juntos y encarcelados, sin embargo, los demás elementos de la política de tolerancia cero continuarán y se utilizarán más medidas para atacar a los migrantes sin documentos, no sólo porque el actual grupo al frente de la Casa Blanca creen que es posible tener a Estados Unidos como una nación blanca y protestante, también porque una parte importante del electorado apoya estas acciones y la actual administración pretende ganar más escaños en las elecciones legislativas de noviembre próximo para seguir controlando ambas cámaras.

Llamar a los migrantes violadores, asesinos, roba trabajos y señalar que "infestarán" territorio estadounidense como si fueran una plaga si no se extiende el muro fronterizo, le sigue redituando en lo interno a Trump y a su equipo, al igual que romper negociaciones comerciales con socios estratégicos para "Hacer grande a Estados Unidos otra vez", a pesar del daño irreversible que se le está causando a la imagen y liderazgo de Estados Unidos ante la comunidad internacional.

El mundo de Trump se circunscribe a Estados Unidos como si fuera una caja de cristal sostenida por alfileres y políticas ultranacionalistas que están polarizando cada vez más a la población estadounidense y que alejan cada día a este país de la comunidad internacional al enfrentarse con socios estratégicos, imponer tarifas de forma indiscriminada, poner en duda las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), abandonar acuerdos y protocolos como el de París (en materia de cambio climático), el Pacto Global sobre Migración y Refugio y salir del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

La semana que recién terminó tuvo grandes paradojas para el gobierno de Trump, entre ellas está el hecho de que generó una crisis de derechos humanos y después se "erigió" como el gran salvador de las familias al revertir una acción que el mismo presidente ordenó; otra de ellas es que en parte la gran presión que hubo en contra de su administración por las violaciones a los derechos de los infantes indocumentados fue a partir de la difusión de varias fotografías en redes sociales electrónicas y medios de comunicación con niños en jaulas o con la detención por parte de la Patrulla Fronteriza de una niña y su mamá en Texas –que fue utilizada por el semanario Time para ilustrar una portada en la que se criticó la política de migración dura del actual mandatario-, que no correspondían a lo que se vivió en los últimos meses en Estados Unidos, ya sea porque eran de menores de edad palestinos o por qué no se había separado a la familia.

Las llamadas noticias falsas o fake news hicieron mella esta vez en Trump, quien usa esta práctica de forma constante para denostar a México al acusarlo de no apoyar a Estados Unidos en materia de seguridad, comercio y en la contención de la migración centroamericana. Esta vez el bumerang del cinismo y de la mentira regresó a la Casa Blanda y dio en el "blanco".

* Doctor en Ciencias Políticas y Sociales. Profesor e investigador de tiempo completo adscrito al Centro de Relaciones Internacionales de la UNAM y profesor de cátedra en el ITESM Puebla.

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