El cambio por venir: aprendiendo de la adversidad.

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Solemos quejarnos continuamente, la queja es una constante en nuestras vidas: el clima, la pareja, los hijos, el trabajo, casi todo puede ser motivo de quejas. Pareciera como si nada pudiese satisfacernos del todo. Especialmente, como mexicanos, nos quejamos del gobierno, de la situación económica, de que no ganó el candidato que esperábamos.

Nunca nos ponemos a reflexionar sobre las ventajas que tiene crecer en un país donde debemos enfrentarnos, día a día, ante la adversidad, porque tenemos una visión negativa de la misma.

Pensarán que es una locura, que la adversidad no puede tener ventajas, pero las tiene, la persona, para decidirse a crecer como individuo, requiere de ella. Cuando vivimos en entornos controlados, donde no se nos permite tener retos continuos, es difícil sentirse movido hacia el desarrollo personal.

La adversidad puede ser algo difícil, algo que nos mueve y nos conmueve, pero esta nos hace más fuertes. ¿De qué manera? Frente a la adversidad, se activa la respuesta del estrés, nuestro cerebro se prepara para la supervivencia, dispone al cuerpo para la acción: se acelera el ritmo cardiaco y la tensión arterial, las extremidades del cuerpo reciben más sangre para permitir la acción en consecuencia y el cuerpo se carga de combustible, se dilatan las pupilas y se oxigena. El individuo está mucho más atento, para permitirse tomar decisiones. Esta es una respuesta biológica que ha acompañado a la persona desde la existencia de los primeros hombres y que hemos heredado.

Nuestro cerebro tiene esta particularidad, se mueve hacia aquello que le hace sentir placer y se aleja de aquello que le provoca dolor, buscamos aquello que nos representa un mejor esfuerzo, pero esto tiene un costo, vivir en el placer constante no nos permite disfrutar o anhelar, el estado de satisfacción pierde sentido. Es a través de la comparación que podemos disfrutar de la buena fortuna.

Imagina que has pasado un rato sin beber agua y tienes sed, tomas un vaso de agua y te sabe bien, te produce placer. Ahora, imagina si hubieses pasado todo un día sin beber agua, y al final del día puedes al fin, saciar tu sed, el mismo líquido te sabrá mucho mejor, en comparación con la sed que has experimentado, y por mucho más tiempo. El gozo es mucho mayor en contraste.

Enfrentarnos a la adversidad es el primer paso para el desarrollo, permite darse cuenta que hay que cambiar. Cuando los niños crecen en entornos que les retan constantemente, ejercitan la voluntad, aprenden cómo resolver los desafíos o las dificultades que se le presenten. Entonces, el ejercicio de la fuerza nos fortalece.

Hoy estamos viviendo un cambio, hemos vivido siempre frente a desgracias y adversidades que deberían permitirnos ver que solo hay un camino posible, un camino de desarrollo, aprovechar todas las lecciones que hemos recibido para apreciar aquello que debemos hacer todos como mexicanos y que es más importante que un cambio de gobierno: un cambio personal. Si todos hacemos la tarea, podemos caminar hacia un crecimiento mayor.

Ante la adversidad, ante la incertidumbre, ante los retos que nos depara el futuro, tenemos dos opciones: paralizarnos y sucumbir a ella o usarla para nuestro propio desarrollo, con todo lo que hemos aprendido.

¿Qué es aquello que nos hará una sociedad modelo? En la respuesta a esta pregunta están las acciones que debemos hacer todos para lograrlo, en desarrollo humano se dice: conviértete en esa persona que admires; en el desarrollo social ocurre algo similar, debemos convertirnos en la mejor sociedad que podamos, una que podamos admirar, y este es un trabajo de cada uno, somos las células que conformamos a este organismo llamado México.

 

Adriana Amozurrutia Elizalde

Profesora de Cátedra del Tecnológico de Monterrey en Puebla

[email protected]

https://www.facebook.com/educactiv/AcEd Acción en Educación

 

Las opiniones vertidas en este espacio no reflejan el ideario del Tecnológico de Monterrey en Puebla.

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