El escándalo que está sacudiendo al gobierno francés

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Barthélémy MICHALON


Julio 28, 2018

En el poder desde hace poco más de un año, el presidente francés Macron está ahora enfrentando el momento más sensible de su mandato. Para el observador externo, el origen de este "escándalo de Estado" no deja de sorprender. Aprovecho mi presencia en suelo francés para compartir unos elementos que permiten entender las dimensiones que ha alcanzado esta historia.

¿Cómo empezó todo? El primero de mayo pasado, día de manifestaciones masivas en París contra varios aspectos de la política gubernamental, un funcionario trató con una brutalidad innecesaria a una pareja de jóvenes.

En un país donde huelgas y protestas son el "baguette" de cada día, y donde la represión policiaca es denunciada con frecuencia por sus excesos, estos hechos no deberían, a primera vista, tener el potencial suficiente para desestabilizar a un gobierno que desde su creación ha multiplicado los mensajes de firmeza y de determinación

Sin embargo, si vamos más allá de esta descripción superficial de los sucesos, aparece una serie de elementos que les dan otra dimensión.

Para empezar, pese a las apariencias, la persona que asestó estos golpes no formaba parte de las – numerosas – fuerzas de seguridad desplegadas aquel día para contener la multitud de manifestantes, por lo que no estaba autorizada a hacer uso de la violencia física en nombre de la preservación del orden público. Entonces, ¿será que el actual gobierno francés se esté tambaleando por una pelea callejera cualquiera? Tampoco es así, porque el individuo en cuestión llevaba puestos varios símbolos (un casco, un brazalete de tela y un radio) que lo identificaban como policía, aun cuando no lo era: se hizo culpable de una usurpación de funciones, un delito grave… ¿pero será motivo suficiente para tanto rollo?

Sigamos excavando: esta persona no adquirió estos atributos de la potencia pública por sus propios medios sino que los obtuvo por parte de la misma policía, lo que indica complicidad de su parte: permitió que alguien externo a ella se hiciera cargo de una tarea que debe ser la única en cumplir. A partir de este punto, el delito cambia de escala: ya no es individual sino que se vuelve institucional, más aun cuando las imágenes, filmadas por un transeúnte con su celular, revelan que el protagonista parecía dar órdenes a los elementos de seguridad presentes en el área, quienes respetaban su autoridad.

Pero hay más: el periódico de mayor peso en Francia, Le Monde, identificó a este justiciero disfrazado: se trata de un tal Alexandre Benalla. No era una figura conocía del público antes de estas revelaciones, pero ocupaba importantes funciones en el equipo de seguridad del presidente Macron y, se dice, contaba con toda su confianza. Con este nuevo dato, la historia toma otro giro: ¿será que, de manera paralela y complementaria a las fuerzas habilitadas a controlar eventos masivos, el palacio del Eliseo manda a sus propios hombres, actuando sin respaldo legal y sin que tengan que responder de sus actos?

Frente a la multiplicación de las preguntas, por parte de la prensa, de la oposición y de la misma ciudadanía a través de las redes sociales, las autoridades se limitaron, primero, a dar unas respuestas minimalistas, pareciendo (o no queriendo) darle mucha importancia a la polémica naciente: los altos mandos del Ministerio del Interior (el equivalente a la Secretaría de Gobernación) indicaron que estaban enterados de estos hechos, y que el ahora famoso Benalla había recibido una sanción por sus actos en su momento.

Con el paso de los días, nuevas aristas aparecieron: los privilegios personales de los que beneficiaba, su acceso (ilegal) a imágenes de videovigilancia, el involucramiento cómplice de varias personas con un alto nivel de responsabilidades… Una comisión de investigación de la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados) obligó a varios oficiales a comparecer para esclarecer varios aspectos. Varias de las respuestas del Ministro del Interior fueron consideradas poco convincentes, además de que fueron contradichas por las declaraciones de otros interrogados. Esta comisión, de carácter multipartidista perocontrolada por el partido del presidente, terminó explotando con la reciente salida de los miembros provenientes de la oposición, que la acusaron de buscar encubrir a varios de los acusados.

De costumbre muy activo, Macron desapareció de los medios de comunicación durante varios días. Cuando volvió a aparecer, aseveró que las sanciones necesarias ya habían sido pronunciadas y que las repercusiones de esta historia eran el producto de una maniobra de sus adversarios políticos, a quienes lanzó un desafiante "¡vengan a buscarme!".

Aun suponiendo que el gobierno logre contener los daños, esta historia ya abrió una primera brecha en una política gubernamental que, hasta el momento, había logrado mantener las críticas a raya por medio de una estrategia de comunicación muy controlada. Este desenlace sería un mal menor para el poder, en comparación con lo que podría surgir a raíz de los nuevos elementos susceptibles de salir a la luz del día en los próximos días.

 

* Profesor de tiempo completo del Tecnológico de Monterrey en Puebla, en la carrera de Relaciones Internacionales.

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