Espacio público: sin barreras, multicultural y verde

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Pareciera imprudente intentar reflexionar sobre el espacio público cuando se supone que todo se ha dicho sobre él, pero nada impide repensar las cosas. Por supuesto que el espacio público se refiere a todo aquel territorio urbano que no es propiedad privada; sin embargo, esta definición por negatividad evita comprender que el espacio público pertenece a todos los ciudadanos, que ahí los poderes fácticos no representan, ni deben representar nada, tampoco debe ser visto como reserva territorial del gobierno, cuya única misión, sin embargo, es magnificarlo con prudentes mejoras.

El espacio público organiza la ciudad y por tanto subsume al privado, lo demarca, le da sentido incluyente. Opera como vestíbulo de la propiedad privada y eleva su valor. La convivencia urbana y el nivel de intimidad ciudadana están en razón directa con la calidad verde y multicultural del espacio público. De manera que lo público y privado no son dilema de exclusión; o sea, territorios dialécticos, sino componentes de un sistema social llamado ciudad.

El espacio público es la savia de la sociedad urbana. A través de él fluye la energía de la sociedad; es él quien otorga roles y facilita las funciones económicas y el intercambio simbólico de ciudadanos en la vida diaria. Representa lo disfrutable. La vida digna en comunidad.

El espacio público es portador de valor público. Lo definitivo es que se nutre de funciones prácticas y de imágenes que expresan signos colectivos: Cultura. Vale decir: tiempo cristalizado en hitos urbanos que ?como el caso del centro de Puebla? involucra viejas y abundantes propiedades. Quizá fuera el orgullo, la vanidad y hasta el capricho lo que motivara a las pasadas generaciones a hacer de su hogar algo disfrutable no sólo para ellos mismos, arquitectos y artesanos hábiles que lo moldearon; tal vez fue más: el deseo de imprimirle a la vida de barrio o de calle cierta dignidad.

Por ello el espacio público es icónico o no es nada. Como el ejido antes de Salinas, es inalienable e imprescriptible (le agregaríainsustituible). Así queda claro que toda la acción gubernativa al respecto, directa o indirecta, completa o parcial, deberíaempeñarse en agregarle valor público. ¡No restárselo! Yqué mejor forma de agregar valor público (a lo público) que hacerlo disfrutable;eliminarle barreras;arreglarlo de flora y fronda; hacerlo juguete de los niños,solario de los ancianos ypaseo de los enamorados; asimismo, generarle espacio verde y amenidades para atraer lectores y libreros itinerantes; actores prestos a experimentar el teatro al aire libre. La Multiculturalidad empieza cuando las generaciones se reconocen cara a cara, en fiestas de barrio, conciertos, exposiciones plásticas eventuales o permanentes. El espacio público es generador de lugares de encuentro…

Paradojas: A pesar del interés político por el espacio público, no hay ni idea de que este patrimonio merezca políticas urbanas sostenidas. Y sin embargo es justo ahí donde empieza a definirse el derecho a la ciudad moderna.

Con frecuencia, por ansia de novillero, los noveles gobernantes miran al espacio público comolugar idóneo para "hacer sus pininos de política municipal". ¡Cuidado! Están tocando las fibras del tejido social.

La apropiación ciudadana del espacio público es condición de su existencia. La clave para generar espacio público no es copiar, ni de plano fusilarse, las buenas prácticas de otras latitudes. Eso a menudo es desastroso, justo lo contrario de la innovación, por cierto. El dominio del lugar es quien descifra la propuesta.

¡Mucho cuidado! El espacio público más admirado por los turistas es aquel lugar magnífico que no se encuentra en ninguna otra parte.

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