Somos el Otro

Los otros llegan, siempre, chapoteando en los ríos, saltando las cercas, cruzando los mares o cambiando de banqueta

Los otros llegan, siempre, chapoteando en los ríos, saltando las cercas, cruzando los mares o cambiando de banqueta. Es decir, los otros llegamos. Porque, pese a la fantasía en la que el mundo es la suma de centros comerciales o históricos conformados por idénticas marcas de ropa o alimentos y habitados por personas similares, la otredad es la esencia y la divergencia de la humanidad.

Como explica Ryszard Kapuscinski (1932 - 2007) en Encuentro con el Otro (Anagrama, 2006), cada interacción humana demanda decisiones: "¿Abalanzarse con ferocidad sobre los extranjeros? ¿Pasar a su lado con indiferencia y seguir el camino propio? ¿O, tal vez, intentar conocerlos y tratar de encontrar una manera de entenderse con ellos? Esa misma necesidad de optar por una cosa u otra que se había planteado a nuestros antepasados hace miles de años se nos plantea también hoy a nosotros, y lo hace, además, con la misma intensidad que no ha variado a lo largo de milenios; la elección resulta hoy igual de básica y categórica: ¿Qué actitud adoptar ante el otro? ¿Cómo tratarlo?".

Encuentro con el Otro, reúne cuatro conferencias presentadas, respectivamente, en Barcelona, Viena, Cracovia y Graz, entre 1990 y 2005, y ordenadas editorialmente de la más reciente a la más antigua. En estas ponencias, Kapuscinski trenza las épocas que marcaron la idea de la otredad, pensadores emblemáticos y su propia experiencia como periodista en el llamado Tercer Mundo (Asia, África y América Latina), trabajo durante el que produjo reportajes como Ébano -sobre HaileSelassie, el emperador de Etiopía durante casi medio siglo- y La guerra del futbol -el enfrentamiento deportivo-fronterizo entre Honduras y El Salvador durante junio de 1969.

En la conferencia Mi Otro, la más breve y personal, el alumno de Heródoto hace un esfuerzo por caracterizar la alteridad que encontró durante su trabajo reporteril.

Previo al bosquejo, el autor se plantea las preguntas y la conclusión para reconocer que el Otro es un Yo que descubre al Otro: "¿Cómo es su idiosincrasia, su visión del mundo? ¿Cómo ve a los otros, a mí mismo, sin ir más lejos? Al fin y al cabo, no sólo él es otro; también yo lo soy para él". En este reconocimiento de su Otro tercermundista, Kapuscinski aborda tres características.

Primero, el cruce de la frontera racial: "Uno puede pasarse toda la vida sin tan siquiera percatarse de cómo es, sin plantearse si es negro amarillo o blanco", pero al entrar en otros ámbitos, "aflora la tensión, enseguida nos sentimos Otros rodeados por otros Otros".

Después, el nacionalismo: "El nacionalista considera a su pueblo […] como el valor supremo y a todos los demás como algo inferior (cuando no digno de desprecio). […] Al igual que el racismo, [lo] emplea en todas las ocasiones que se le presentan".

Finalmente, la religión expresada en dos planos: "el de la fe -indefinida, no verbalizada- […] en el Ser Supremo, Dios; y el de la religión como institución, como una fuerza social e, incluso, política". La intensificación del celo religioso "reviste un carácter regresivo conservador, fundamentalista".

Tras visualizar que los Otros del Tercer Mundo "empiezan a adquirir la condición de sujetos, […] son cada vez más significativos", y que "estamos en pleno apogeo de una invasión (económica y demográfica, pero invasión al fin y al cabo) de representantes del Tercer Mundo a los países desarrollados", el reportero concluye que los europeos siguen tratando al Otro "como al representante de un género aparte y, lo más importante, como una amenaza".

Desde la experiencia y el análisis de Kapuscinski: "El extraño, el Otro, en su encarnación tercermundista (es decir, el individuo más numeroso de nuestro planeta) sigue siendo tratado como un objeto de investigación; no se ha convertido todavía en nuestro partenaire, corresponsable de la tierra que habitamos".

El rechazo a ese Otro fue redefinido en 2017 -año de la muerte de Kapuscinski- por la filósofa Adela Cortina, quien acuñó el neologismo aporofobia: miedo, rechazo o aversión a los pobres. Esta palabra deja en claro que el rechazo a los migrantes -los Otros que arriban- no es xenofobia o racismo, porque no se impugna su carácter de extranjeros, sino su pobreza.

En LEM creemos que los otros somos diversos en lo geográfico, político, económico, social, étnico, académico, laboral, emocional… y nuestras historias son imprescindibles.

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